La revolución de Jesús. El proyecto del Reino de Dios
A una revolución estamos llamados en los difíciles tiempos que nos ha tocado vivir. Hasta hoy día han fracasado todas las revoluciones emprendidas porque se quedaban en lo meramente estructural, en lo institucional, en lo social. De esta manera, las revoluciones no eran nada más que simples cambios de posición de los actores sociales. Por eso fracasaron, pues una revolución debe ser una transformación del corazón humano a la par que de la sociedad humana.
La verdadera salvación cristiana es un encuentro entre el don de Dios, la redención, y el esfuerzo humano, la liberación. Primero el don divino y luego el trabajo humano, los dos integrados. Esta es la revolución de Jesús, su proyecto del Reino de Dios: don de Dios, primero, y esfuerzos humano después. Redención y liberación como los dos elementos nucleares del proyecto salvífico de Jesús.
Para comprender esta revolución es necesario contar a Jesús desde su proyecto vital más íntimo, el Reino de Dios, aunque no se trata de hacer un mero análisis de lo que significa este Reino, sino de mostrar las consecuencias en la vida de la gente de entonces. La consecuencia fundamental es una revolución que supone comprender a la persona de Jesús, su origen, su historia, la historia de su pueblo, el contexto social, económico y político donde va forjando su conciencia. A esto lo he llamado Los códigos de un revolucionario.
Jesús fue ajusticiado por el Imperio romano por propagar un reino distinto al del César. Los varones lo abandonaron, pero las mujeres organizaron el rito del duelo y en este rito recobraron la vida entera de Jesús.
Las mujeres están presentes tanto en la ejecución como ante la tumba vacía y son las primeras en encontrarse con el Resucitado. Ellas son las que darán inicio al nuevo proyecto del Reino de Dios tras la ejecución de Jesús.
Para que la revolución continuara era necesario que adviniera la Iglesia en tanto que organización comunitaria de este proyecto revolucionario. La revolución de Jesús implica a la Iglesia de todos los tiempos como sujeto revolucionario.
Hoy, como en la Galilea del siglo I, cada cual tendrá que poner la revolución en práctica en su vida, en su familia, en su comunidad o iglesia, en la sociedad. Poner en práctica el proyecto de Jesús, el Reino de Dios, es ser verdadero seguidor de Jesús. Y si no se es cristiano, llevar a cabo esta revolución es la única manera de asegurar la humanidad en el futuro.
Tabla de contenidos
Introducción
I. Los códigos de un revolucionario
1. El lugar y el tiempo de un ser humano
2. Genealogía de un revolucionario
3. En deuda, historia de una sociedad.
II. La búsqueda del proyecto
1. En la escuela del bautista
2. Las tentaciones de un revolucionario
3. Hacia el proyecto: enfrentamiento con el poder.
III. Disputando por el Reino
1. Oposición a las tradiciones
2. A Dios lo que es de Dios
3. Un Reino de indeseables
IV. Hacer cosas con palabras
1. Romper la estructura mental
2. Recreando la realidad
3. ¿Qué otro mundo es posible?
V. Acciones que hablan
1. Comer juntos
2. Curar y sanar el mal
3. Liberar del Diablo
VI. El último Acto de Jesús: la revolución debe continuar
1. Ajusticiado entre bandidos
2. El duelo que da nueva vida
3. La revolución debe continuar
Conclusión: la revolución del Reino de Dios