Mujer de fe, mujer de acción.
Las mujeres estamos llamadas a una misión, lo confirma ese documento tan hermoso escrito por San Juan Pablo II, Mulieris Dignitatem en el numeral 15 cuando dice: "...las mujeres llenas del espíritu del Evangelio pueden ayudar tanto a que la humanidad no decaiga."
| Ligia Maribel Barrascout Zuñiga, exalumna de la Academia Internacional de Líderes Católicos
Las mujeres estamos llamadas a una misión, lo confirma ese documento tan hermoso escrito por San Juan Pablo II, Mulieris Dignitatem en el numeral 15 cuando dice: "...las mujeres llenas del espíritu del Evangelio pueden ayudar tanto a que la humanidad no decaiga." Este es un llamado, es un reto para todas las mujeres ya que fuimos creadas por Dios para poder aportar muchas cualidades, que en realidad son imprescindibles en el mundo; por supuesto, quiero dejar claro que el hombre también tiene cualidades que son importantes, pero en este sentido, en el presente trabajo haré referencia al tema especial de nosotras, las mujeres.
Fuimos creadas con un cerebro privilegiado, ya que al mismo tiempo podemos hacernos cargo de varias actividades a la vez, algo que nos diferencia de los demás; podemos estar escribiendo un texto en nuestro trabajo, a la vez que escuchamos música, respondemos el teléfono, velamos porque nuestro hijo menor encuentre algo que está buscando en la casa haciendo muecas o señalizando el lugar donde encontrarlo, ir a abrir la puerta si está sonando el timbre de la residencia, en fin... somos personas con gran capacidad de realizar diferentes tareas simultáneamente, claro, hay sus excepciones.
Tenemos el privilegio de ser cocreadoras al llevar en nuestro vientre una vida, la de nuestros hijos, y por ello Dios ha sido tan bueno que nos regala la salvación, tal como lo podemos leer en II Timoteo 2, 16 "La mujer se salvará, con el hecho de ser madre, con tal de que lleve una vida digna y correcta". ¡Esto en realidad es una gran bendición! En los tiempos de Jesús, tomando en cuenta la cultura judía en la que Él vino al mundo, observamos que era una sociedad machista, a la mujer se le tenía relegada y no contaba con autorización para hablar en una asamblea, ni ocupaba cargos de importancia, sin embargo, es el mismo Jesús quien viene a dar su valor y dignidad a la mujer, lo podemos constatar al leer los evangelios, Él toma en cuenta a las mujeres, se acerca a la mujer hemorroísa cuando descubre que ella fue quien se acercó por detrás y logra tocar el borde de su manto, ella que padecía de hemorragia desde hacía aproximadamente 12 años, y a pesar de que la ley de Moisés prohibía hablar o tocar a mujeres que tenían sangrado mensual, el mismo Jesús le habla y exalta su fe, sanándola de lo que si analizamos según los síntomas podría haber padecido de un cáncer de útero al estar sangrando constantemente desde hacía tantos años.
Es maravilloso ver cómo los diversos Pontífices han venido pasando cual estafeta al ocuparse de mantener y recordar a la mujer su importancia en la sociedad, porque además de lo mencionado por San Juan Pablo II, muchos años antes son la secuencia de palabras escritas por San Pablo VI en la Clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II: “Pero llega la hora, ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzado hasta ahora.”
Jesús conoce a cada mujer, y en aquel tiempo Jesús viene a romper paradigmas, viene a tratar a las mujeres de una forma diferente a como lo hacían en su cultura judía; es Él quien justamente espera en el pozo a la mujer samaritana (Juan 4, 6-42), quien la hace recapacitar, quien le hace ver que Él la conoce al decirle que vaya a llamar a su marido y cuando ella le responde que no tenía marido, Jesús le asevera, dices bien que no tienes marido, porque has tenido 5 y con el que estás tampoco es tu marido, al dialogar con ella en ningún momento la señala, la condena, al contrario en una anamnesis le hace verse a sí misma, necesitada, sedienta y es así como Jesús le devuelve la dignidad, le hace perdonarse a sí misma, de tal modo, que ella logra superar el sentirse indigna de hablar con los demás, ella huía de encontrarse con la gente del pueblo, probablemente porque no le gustaba sentirse criticada, y cuando Jesús hace su obra en su interior, ella va y comienza a anunciarle a los demás que se ha encontrado con alguien que le dijo su vida, que le habló con la verdad que la hace sentirse libre, así es como Jesús ha venido haciendo con cada mujer, nos escucha, nos toca el corazón, nos interpela y luego de esa experiencia de su gran misericordia nos comparte la misión de anunciar la Buena Nueva con los demás, en todos los ambientes donde nos desenvolvemos.
Así mismo también permitió que la primera persona que comparta la buena noticia de su Resurrección sea María Magdalena, aquella mujer que decían que de ella habían salido 7 demonios, haciendo quizá referencia a que no era bien vista dentro del pueblo donde vivía, sin embargo, Jesús nuevamente con su misericordia, que es infinita, luego de tocar su corazón da oportunidad de que ella inicie una nueva vida, que vuelva a empezar y le da el gran regalo de ser la primera testigo de cómo Él había vencido la muerte y el pecado. Hoy en día Jesús llama a las mujeres a ser parte activa en la evangelización, en los Medios de Comunicación, en la política, en las diversas profesiones, como Médicos, Abogadas, Administradoras de empresas, como Amas de casa, y entre tantas más.
El Papa Francisco ha abierto oportunidades para las mujeres, creando espacios dentro de cargos de suma importancia dentro de la Iglesia, es como que el mismo Jesús a quien representa el Sumo Pontífice, abre más ventanas, más puertas dentro de la sociedad y con ello, reconoce los dones y talentos tan grandes que tenemos las mujeres; esto también es un llamado a seguir iluminando los ambientes en donde nos desenvolvemos, a buscar la excelencia, como dirían un gran motivador, impulsar a dar la milla extra para poder cumplir esa gran misión que Dios mismo nos comparte a las mujeres. Ser mujer comprometida con los más desfavorecidos, accionar con la opción preferencial por otras mujeres que aún no están conscientes de la importancia de su vida, en la Parroquia, Comunidad de Comunidades ahora se ha abierto la oportunidad de también velar por aquellas mujeres que están solas criando a sus hijos, la Pastoral monoparental, que nos llama a apoyar a esas mujeres que son madres, que trabajan, que se esfuerzan por sacar adelante a su prole y que necesitan contar con una reforzada autoestima, que necesitan quien les recuerde que no están solas, allí está Jesús, que de nuevo repite a sus oídos un llamado especial y les dice: MUJER... y con ello les quiere recordar la importancia de esa misión, de saber que aun cuando hayan quedado solas por viudez, abandono, o porque el padre de sus hijos no quiso asumir su papel, Jesús está siempre velando por ellas para animarlas a seguir adelante y estar cerca de Él.
CONCLUSIONES
- Las mujeres estamos llamadas a cumplir una misión importante.
- Jesús rompe paradigmas al dar su lugar a las mujeres, con su trato hace consciencia del valor y dignidad que corresponden a las mujeres.
- La maternidad otorga el privilegio de Dios de la salvación, con la condición de que se lleve una vida digna y ordenada acorde a los valores del Reino de Dios.
- La primera testigo de la Resurrección es una mujer, María Magdalena.
- Jesús sana el corazón y la mente de las mujeres, y las sigue capacitando para que sean testigos del poder de Dios.
- Dios nos hace parte de cumplir la misión de iluminar los ambientes en los que nos desenvolvemos como profesionales, y desde allí ser testigos de Él, realizando nuestro trabajo, haciendo la diferencia, hasta dar la milla extra.
- Dentro de nuestras Parroquias, Cuasi parroquias, podemos colaborar a promover la vocación y dignidad de las mujeres, en mi caso particular, en esta recién inaugurada Pastoral monoparental, mediante conferencias, pláticas, talleres, jornadas de salud, entre otras actividades para poder apoyarlas integralmente para que las mujeres afiancen su autoestima, experimenten la capacidad que tienen para seguir adelante y sacar avante a su familia.
- La misión no ha cambiado, la misión de la mujer sigue siendo importante, y se podría resumir en el texto del mensaje a las mujeres que da el Papa San Pablo VI allá por el año 1965, hace 57 años, que no ha perdido vigencia: “Mujeres del universo todo, cristianas o no creyentes, a quienes os está confiada la vida en este momento tan grave de la historia, a vosotras toca salvar la paz del mundo.” Así que la tarea es muy grande, desde cada ambiente, desde cada Profesión que cada una tenemos debemos de ser MUJERES DE FE, MUJERES DE ACCIÓN, para rescatar la paz, perseguirla, alcanzarla y compartirla con la familia, en el trabajo, en la sociedad, en el mundo.