Acto de la Academia Auriense-Mindoniense de San Rosendo

Ilmo. Sr. Vicario General de la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol. D. Antonio Rodríguez Basanta.
Ilmo. Sr. D. Javier Pérez Rodríguez, vicepresidente de la Academia Auriense Mindoniense de San Rosendo.
Ilmo. Sr. D. Miguel Ángel González García, Secretario.
Sra. D.ª Elena Candia, Alcaldesa de Mondoñedo.
Sres. académicos numerarios y correspondientes y de honor.
Señoras y señores:

Permítanme en primer lugar un recuerdo con nuestros mejores deseos de pronta recuperación para Don Segundo Leonardo Pérez López, presidente de esta Academia.

Nos congratulamos por la misión que la Academia va desarrollando con el esfuerzo y el interés de sus académicos. Nos felicitamos por su normal funcionamiento. Destacando hoy, con la colaboración de muchos de ustedes, la publicación del número 11 de Rudesindus que su nuevo director, el Académico Don Alfredo Erias Martínez ha presentado brillantemente y a quien agradecemos la recopilación de colaboraciones como también la iniciativa de la página web de la Academia

Felicito cordialmente a la Academia por la propuesta y aprobación de nuevos Académicos Correspondientes. Por una parte el nombramiento, a título póstumo, de D. José González Collado, que nos ha honrado con el legado de su obra pictórica religiosa a la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol.

Por otra parte, además de felicitar a la academia, felicito a D. Félix Villares Mouteira —y a su padre, aquí presente— por este nombramiento, que reconoce su labor e interés por acrecentar y dar a conocer la escuela poética y literaria del Seminario Santa Catalina de Mondoñedo. Alpendre de sombra y luz (alpendre de sombra e luar), como nos ha trasladado en sentido poético. Pazo ben alicerzado da fe e da cultura galegas, podríamos decir también.

Estas tierras y sus gentes son ocasión privilegiada de peregrinación y de encuentro. Galicia peregrina por medio mundo con morriña desta terra y Galicia acoge peregrinos del mundo entero camino de Santiago de Compostela. No podemos sino abrirnos a otras mentes, a otras formas de pensamiento, a otras sensibilidades. Y ofrecerles el diálogo transformador con el Evangelio de Jesucristo.

Por otros caminos de la fe, ha sido aquí, en el Seminario de Santa Catalina de Mondoñedo, donde se ha dado un encuentro directo entre el Evangelio y quienes han pasado por estas aulas. Ha sido este lugar una encrucijada de caminos de búsqueda que han alumbrado, entre las brumas de Mondoñedo, joyas literarias y de otras artes, con influencia social y por supuesto con duros trabajos en el difícil arte del anuncio evangélico. Por eso se convierte este Seminario en un lugar significativo de memoria, impulso y crecimiento de la fe y la cultura. Lugar nuevamente de encuentro y diálogo. Lugar para recuperar y fortalecer vínculos entre la fe y todo un pueblo peregrino. Entre el xeito cristiano y el xeito galego. Para que el agua bautismal pueda aportar novedad de vida a quien quiera acogerlo y vivir en cristiano lo que se vive en gallego.

Seguimos necesitando muchos esfuerzos. Como el que la Academia aporta con la hondura de pensamiento, con el conocimiento que abre las mentes, con una historia enriquecedora, con un modo de aprovechar el presente y darnos razones para creer en el futuro.

Este año se cumple el décimo aniversario del decreto de aprobación de la constitución de la Academia Auriense-Mindoniense de San Rosendo que firmaron los entonces obispos de Orense, D. Luis Quinteiro y de Mondoñedo-Ferrol, D. Manuel Sánchez. En 2008 determinaron que esta fuera una institución científica con el fin principal de promover estudios sobre la figura de San Rosendo y su preciosa herencia, promocionando la cultura, por tanto al ser humano, y asumiendo, en el contexto eclesial, un significado específico que la ordena a la evangelización, al culto y a la caridad.

Como atrio de los gentiles que quiere ser de algún modo la Academia, su misión nos urge a descubrir los vínculos que existen y deben cuidarse entre la fe y Galicia. Como ya hiciera en su tiempo san Rosendo, mullidor de fe y cultura de este pueblo. Busquemos y encontraremos. En estos tiempos no nos ayuda romper vínculos. Nos ayuda a todos establecerlos o restaurarlos.

Como sabéis, hace unas semanas el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, se dirigió a la conferencia episcopal gala. El presidente pidió a la Iglesia católica que peregrina en Francia que entregara a la República tres dones: la sabiduría/inteligencia de la humildad, el compromiso para curar heridas y la libertad espiritual. Describió una Iglesia que acompaña situaciones delicadas sin cansancio en defensa de la vida. Una Iglesia que es voz amiga que responde a las mayores inquietudes. Una Iglesia que es libre, es decir, que es ella misma sin buscar ser complaciente ni seductora.

Sin la pretensión de apropiarnos totalmente de aquel discurso sacándolo de su contexto, creo que algunas de sus afirmaciones se pueden adoptar en nuestro caso desde la misión de la Iglesia y de la Academia.

Para poder ofrecer lo que somos y tenemos en las mejores condiciones, debemos revisar nuestra sabiduría humilde, nuestro compromiso, nuestra libertad y todo aquello que estemos dispuestos a dar.

Junto a esa revisión, al mismo tiempo, deberíamos empeñarnos en desafiar escépticos en cada orilla que tiene que mirar a otra para propiciar acercamientos. Para presentar la conveniencia oportuna de que entre la sociedad y la Iglesia debe haber relación y no ruptura. La Iglesia que peregrina en Galicia no está desentendida de las cuestiones temporales, aunque sí ha de evitar caer en cualquier tentación de dominio. El pueblo gallego no vive de espaldas a la Iglesia. Pero sí ha de esforzarse en comprender los nuevos caminos que necesitamos recorrer los católicos para vivir más auténtica, original y fuertemente la fe cristiana. Cuando nos remontamos a la historia, que es muy importante, no debemos quedarnos atrapados en ella, ni con prejuicios erróneos, ni con costumbres que pierden sentido y vigencia. Hemos de vivir en el presente, liberados de cualquier pasado destructivo o estéril, y descubrir las fuerzas y las debilidades que experimentamos hoy para aprovechar unas y superar otras. Hay muchas fortalezas que la Iglesia Católica puede y debe aportar a la vida de los hombres y mujeres de Galicia.

Es tarea de la Academia contribuir a despertar y descubrir lo que Galicia espera y debe esperar de la Iglesia que peregrina aquí y también de ayudar a preparar lo que la Iglesia ha de aportar. Es tarea de la Iglesia dar a entender lo que está ofreciendo y puede ofrecer desde su comprensión y visión de la vida, desde su compromiso con la transformación de la sociedad, atendiendo preferentemente a los más desfavorecidos y defendiendo la vida, desde la propuesta de una libertad de espíritu que busca todo ser humano para desenredarse del materialismo que provoca sed insaciable.

Hay muchas oportunidades, puentes y sendas. En Galicia se llega a Santiago por varios caminos. Se llega a muchos lugares por más de una ruta. Este hecho que puede desorientar y parecer una dificultad a quienes prefieren solo una vía, se convierte en una riqueza lejos de cualquier reduccionismo y simplicidad.

Los desafíos que tenemos ante nosotros en estos tiempos se afrontan mejor si lo hacemos desde un diálogo constructivo incluyendo a los más posibles. La Iglesia puede pronunciar muchas palabras, con humilde sabiduría, desde su compromiso y libertad de espíritu en ese diálogo social constructivo. Ella está presente en las realidades más difíciles y delicadas de la vida, desde su misión de acompañamiento y aproximación entre Dios y el hombre. La Iglesia tiene un rostro amable, lleno de vida, de corazón abierto. Un rostro misericordioso y samaritano que se puede mostrar y se debe reconocer sin temor. Un rostro que nos permite desvelar, en medio de este pueblo, que es rostro de Jesucristo y que es posible y mejor caminar con Él que ir a tientas en la vida.

Si Macron pedía a la Iglesia católica que peregrina en Francia que entregara a la República tres dones, pensemos que hay algunos más que podemos ofrecer a este pueblo gallego, siendo fieles a la memoria de San Rosendo. Nuestro santo patrono fue un verdadero evangelizador que dio a las gentes todos los dones en uno: Jesucristo. San Rosendo estaba convencido de que «no es lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo, no es lo mismo caminar con Él que caminar a tientas, no es lo mismo poder escucharlo que ignorar su Palabra, no es lo mismo poder contemplarlo, adorarlo, descansar en Él, que no poder hacerlo. No es lo mismo tratar de construir el mundo con su Evangelio que hacerlo sólo con la propia razón» (EG 266).

Caminemos y edifiquemos esta esperanza.
Muchas gracias.

Mons. Luis Ángel de las Heras Berzal, CMF,
Obispo de Mondoñedo-Ferrol
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