Cambia el mundo
En nuestro mundo podemos ver fácilmente cambios superficiales, que dejan las cosas como estaban, y cambios a peor, porque derivan de acciones injustas y que atentan contra la dignidad del ser humano. Frente a ello, los misioneros nos demuestran que es posible hacer cambios a mejor, profundos y reales. De ahí el lema de este año: «Cambia el mundo».
Esta realidad la he podido volver a comprobar este verano en Madagascar, donde he pasado casi dos semanas compartiendo la vida con los obispos, sacerdotes, religiosos y pueblo de Dios de las diócesis de Ambanja y Diego Suárez (Antsiranana), situadas al norte de esta isla africana con una superficie algo mayor que la de España. El motivo de mi viaje era predicar ejercicios espirituales a los sacerdotes de ambas diócesis. Ello me ha permitido tener un contacto directo con 2 de los 1.113 territorios de misión (un tercio de la Iglesia mundial), cuya vida y labor aún dependen de ayudas externas, tanto económicas, como personales y espirituales.
En Madagascar, visitando diversas escuelas, orfanatos, dispensarios médicos, residencias para leprosos y tuberculosos, monasterios de clausura que empiezan a florecer, parroquias vivas y también comunidades que empiezan su andadura…, uno se da cuenta de la gran labor que realizan nuestros misioneros y misioneras. Son forjadores de esperanza en zonas del mundo donde parece que el cambio es imposible dada la precariedad, la corrupción, la violencia… Ellos, unidos a Jesucristo y alimentados de su Vida, mantienen viva la esperanza de la comunidad y recuperan, poco a poco, la dignidad perdida.
El principal responsable de las Obras Misionales Pontificias es el Papa, y para ello se sirve de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, que convoca esta Jornada Mundial del DOMUND. Sin embargo, el Papa también necesita nuestra colaboración. Una cooperación a tres niveles:
Espiritual: Os invito a escuchar y meditar la Palabra de Dios, y a rezar por los misioneros. La oración es el don y la fuerza que necesita la Iglesia para desarrollar la labor misionera cada día.
Personal: Quizás recibas la llamada del Señor a ser misionero para anunciar el Evangelio en algún rincón del mundo. Pero no olvides que también es de gran valor la ayuda de los colaboradores y voluntarios misioneros, que dedican su tiempo a informar y sensibilizar a la sociedad sobre la necesidad de la ayuda misionera.
Material: Es la colaboración económica de quienes comparten lo que tienen. Te animo a dar sin miedo. Decía santa Teresa de Calcuta: «Da hasta que duela». A través de nuestras aportaciones, es posible el funcionamiento y desarrollo de los territorios de misión para llevar a cabo proyectos sociales y de evangelización. No olvidemos que la Iglesia existe para evangelizar.
Queridos hermanos, tengamos hoy un recuerdo para nuestros misioneros. Os animo a participar desde vuestra parroquia, haciendo vuestro donativo en la colecta de este domingo, que destinamos al DOMUND.
† Cardenal Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona