Cumaná 2018
El domingo 5 de agosto en la población de Santa Fe, estado Sucre, inició su peregrinaje el nuevo arzobispo. Recibido con entusiasmo y alegría, prestó el juramento de rigor en el hermoso y sencillo santuario dedicado a Nuestra Señora de El Valle, patrona del oriente. Este pueblo de pescadores está ligado a los inicios de la evangelización en tierra firme americana de mano de los intrépidos misioneros dominicos que pretendieron iniciar el proyecto de “evangelización pacífica”, que chocó con los intereses bastardos de quienes iban en búsqueda de fama y riquezas fáciles.
Mons. Diego Padrón, segundo arzobispo de Cumaná recordó la historia de la siembra del evangelio desde hace más de cinco siglos. Por razones de edad y en cumplimiento de la normativa canónica pasa a la condición de emérito, luego de un fecundo ministerio sacerdotal y episcopal de más de medio siglo. Entrega el testigo a Mons. Jesús González de Zárate Salas, tercer arzobispo, nacido en Cumaná y quien prestó sus servicios por más de tres décadas en Caracas como sacerdote y obispo auxiliar. Tuve el honor de ser su rector en el Seminario San José de El Hatillo durante cuatro años. Soy testigo de sus muchas virtudes humanas, cristianas y sacerdotales, salpicadas por su sencillez y cercanía.
En la homilía de su toma de posesión en la catedral cumanesa, donde le fue impuesto el palio arzobispal, subrayó que venía como cristiano y pastor a dar lo mejor de sí en la tierra de sus ancestros maternos. Muy emotivas y aplaudidas sus palabras al final de la eucaristía en las que pidió seguir las huellas de sus predecesores. Que pueda tener la santidad de Mons. Sixto Sosa, la sencillez y afabilidad de Mons. Crisanto Mata Cova, el carisma profético de Mons. Mariano Parra León, la preocupación y apoyo a los sacerdotes y agentes de pastoral de Mons. Alfredo Rodríguez Figueroa. Y se extendió en elogios a quien fuera su maestro en el seminario y compañero de afanes pastorales en Caracas, por su dedicación y entrega a las tierras sucrenses, Mons. Diego Padrón Sánchez.
Que la Virgen del Valle y Nuestra Señora de Altagracia, patrona de la arquidiócesis, Santa Inés y la Beata María de Candelaria, santos del terruño, sean sus guías y custodios en el camino que emprende cargado de ilusiones y coraje para predicar el evangelio de Jesús y acompañar al pueblo pobre y empobrecido de su arquidiócesis. ¡Ad multos annos!
Cardenal Baltazar Porras Cardozo