Ante la Diada de este año

Ante la Diada de Catalunya, que se celebra el próximo martes, me vienen a la memoria las palabras iniciales de una famosa oración, según el espíritu de san Francisco de Asís. Con estas palabras, muchos hombres y mujeres de buena voluntad de todo el mundo se han dirigido a Dios durante muchos siglos. Son éstas: «Señor, haz de mi un instrumento de tu paz. Que allá donde hay odio, yo ponga el amor. Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón. Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión. Que allá donde hay error, yo ponga la verdad».

Este Once de septiembre puede ser un buen día para hacer presente el espíritu franciscano, tan arraigado en la cultura catalana. En las actuales circunstancias, es posible que alguien piense que esto es una utopía. Pero hay utopías que, con la buena voluntad de todos y con creatividad, acaban convirtiéndose en realidad.

Ya lo dijimos los obispos de las diócesis catalanas en el encuentro del dieciséis de febrero de este año: «Los obispos [...] dirigimos un llamamiento a todos para hacer esforzarnos en rehacer la confianza mutua en el seno de una sociedad como la nuestra en la cual se da una gran pluralidad cultural, política y también religiosa. La cohesión social, la concordia, sentirnos próximos los unos a los otros y el respeto a los derechos de todas las personas que viven en Cataluña debe ser uno de nuestros objetivos prioritarios en este momento».

Mi deseo es hacer una llamada a la concordia, porque me parece que sólo en un clima de concordia es posible avanzar hacia «una solución justa a la situación creada que sea mínimamente aceptable para todos, con un gran esfuerzo de diálogo desde la verdad, con generosidad y búsqueda del bien común». Últimamente hemos vivido hechos y signos positivos en esta línea. Ojalá llegaran otros y pudiéramos crear un clima nuevo. ¡Que Dios nos ayude!

Hay que construir puentes. Y hay que fomentar una convivencia vital y confiada. La Iglesia católica debe ser un factor de cohesión social, una instancia que busque y promueva caminos de buena voluntad, caminos de esperanza y paz, caminos de comunión y no de confrontación.

Os pido, pues, que roguéis a Dios por nuestro pueblo y que hagáis vuestra la oración de san Francisco. Me parece que tiene el mérito de ser tan universal que la pueden hacer suya todos los hombres y las mujeres de buena voluntad, sea cual sea su religión o actitud ante las creencias. También recuerdo que el Misal Romano recoge una bonita oración por el propio país o por la propia ciudad, que se refiere significativamente al espíritu de concordia, y que dice: «Dios, Padre nuestro, que con admirable providencia gobiernas el mundo, atiende nuestros ruegos por nuestro país, para que la sabiduría de sus autoridades y la honestidad de sus ciudadanos robustezcan la concordia y la justicia y podamos vivir en la paz y el progreso constante». Solo puedo añadir: que así sea. ¡Feliz diada a todos!

Cardenal Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona
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