«Domund cambia el mundo»

Queridos hermanos y hermanas:

Un mes misionero por excelencia es el mes de octubre, cuando con toda la Iglesia celebramos el Domingo Mundial de las Misiones, nuestro Domund. Este año coincide providencialmente con el Sínodo de los Obispos que ha convocado el Papa Francisco con el tema Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional.

Digo providencialmente porque no es mera casualidad que cuando la Iglesia está hablando de la importancia de la misión evangelizadora, los obispos nos reunamos junto al Santo Padre para hablar de la vocación en los jóvenes.

No hay misión sin misionero
y no habrá un verdadero empeño por la evangelización de tantos territorios de nuestro mundo si los jóvenes no se plantean con toda seriedad, que ser cristiano es ser «discípulo misionero», que se deja preguntar por el Señor como una verdadera posibilidad para su vida: ofrecerse a Dios para llevar la luz de la fe a esos lugares, muchos de ellos lejanos, que todavía están lejos de abrazar la fe en Cristo Jesús.

El Papa ha escrito, con motivo de esta Jornada Misionera, una carta- mensaje a todos los cristianos, pero a través de los jóvenes. Francisco dice a los jóvenes, y con ellos a todos: «cada uno de vosotros piénselo en su corazón: yo le hago falta a mucha gente». Si tu entrega, tu testimonio, tu alegría y tu amor a Dios y a los hombres son muy necesarios en nuestra sociedad, y tú eres importante para todos esos hombres y mujeres que viven con tristeza y desánimo. Hombres y mujeres que no saben de verdad quiénes son y la dignidad que tienen.

El lema que Obras Misionales Pontificias de España ha elegido para esta jornada es: Domund cambia el mundo. Y ¡es verdad! El Domund puede cambiar este mundo con tu ayuda:

La ayuda espiritual que le prestas cuando rezas y ofreces tus cruces por aquellos que no conocen a Cristo o por los que están llevándoles la alegría del Evangelio.

La ayuda personal que puedes hacer descubriendo que cada hombre, cada mujer, tú también, es una misión.

La ayuda también material que prestas cuando, renunciando a un bien noble y bueno, das parte de tus bienes para mantener a aquellos que están trabajando en países de misión.

Cambiar el mundo no se hace con actividades grandes y aparatosas, con revoluciones sociales o con ruido de los medios de comunicación. Cambian el mundo los santos, los que habiendo conocido a Jesús, son capaces de hacer de cada día una oportunidad de hacer algo que muestre la belleza de Dios. Como el Papa nos recuerda en su última Exhortación Apostólica «muchas veces esto se juega en lo pequeño, en lo que parece irrelevante, porque la magnanimidad se muestra en lo simple y en lo cotidiano. Se trata de no tener límites para lo grande, para lo mejor y más bello, pero al mismo tiempo concentrados en lo pequeño, en la entrega de hoy» (Gaudete et exsultate, 169).

Necesitamos que los jóvenes vivan este deseo de hacer grandes las cosas pequeñas de cada momento... ¡así cambiaremos el mundo! Así lo están haciendo los misioneros repartidos por todo el mundo. Su trabajo, su esfuerzo, sus victorias, y su entrega no son notorias, no llaman la atención, pero están haciendo, con su vida, que el mundo sea mejor, más habitable, más humano. Ese es el trabajo de la Iglesia y de todos los que se toman en serio su vocación de discípulos-misioneros.

Os invito a todos a ser generosos con Dios y con la Iglesia en esta llamada por cambiar el mundo. Os animo a colaborar con las Obras Misionales Pontificias de Madrid porque la Jornada del Domund de este año 2018 sea un verdadero éxito y así contribuyamos con el Papa en su preocupación por la evangelización de los pueblos.

Que la Virgen María de la Almudena, en este año jubilar que estamos celebrando en su honor, ayude a nuestros misioneros a ser fieles a la llamada del Señor y a nuestros jóvenes a descubrir la belleza de entregar la vida por llevar a todos la alegría de la fe. ¡Que ella nos bendiga a todos!
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