Misericordia y esperanza
El próximo año 2018 celebraremos el 800 aniversario de la fundación de la Orden de la Merced por san Pedro Nolasco en la ciudad de Barcelona. Cuando Pedro Nolasco y los mercedarios rescataban a los esclavos les mostraban la ternura de una comunidad, de unas familias que los acogían y ese amor les daba esperanza. El amor engendra esperanza. Por eso, a la Virgen también le damos el bello título de Madre de la Esperanza.
La verdadera esperanza tiene su fundamento en Dios. Si no es así, si no se fundamenta en Dios, acaba por derrumbarse porque, al final, uno descubre que tarde o temprano los seres humanos fallamos. Sin embargo, nuestra experiencia como creyentes nos enseña que Dios no nos falla nunca. Él es esencialmente fiel. Fiel a sí mismo, fiel a las promesas, fiel a los humanos creados a su imagen y semejanza. Él tarda más o menos en cumplir sus promesas, pero las cumple siempre y en ello se fundamenta la esperanza.
Hermanos, no perdamos la esperanza en Dios. Él cumple siempre sus promesas y no abandona a su pueblo que confía en Él. Eso es lo que nos enseña la Virgen de la Merced, nuestra patrona. Ella confió siempre en el Amor bondadoso del Señor. La esperanza nos lleva a confiar, a esperar, también en los hermanos, los hombres. A veces se oyen voces que nos llevan a desconfiar de todos, a encasillar a todos y a no creer que puedan cambiar y ser mejores. Dios siempre confía en el ser humano. Confía en cada uno de nosotros y espera siempre nuestra conversión a Él.
Sé que estamos viviendo momentos complejos en nuestro país. No podemos ni debemos ser agoreros de calamidades. Debemos trabajar todos para poner ternura y misericordia a nuestro alrededor. Debemos evitar la confrontación, la violencia, el desprecio a los demás. Pidamos a la Virgen de la Merced que nos ayude a mantener firme nuestra esperanza también en las personas que nos rodean. Pidamos cordura para nosotros y nuestros dirigentes, para las familias y los pastores de la Iglesia. Dios lo puede todo. Confiemos en su ayuda.
Recemos especialmente por las personas privadas de libertad que están en las cárceles y por sus familiares, ya que la Virgen de la Merced es también la patrona de los reclusos. Que santa María nos mantenga firmes en la fe y nos haga testigos de esperanza en medio de nuestro mundo, a pesar de todas las dificultades y problemas que encontremos.
† Cardenal Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona