Propósitos eclesiales para el nuevo año

Estamos ya en la víspera del nuevo año del Señor 2018. Todos estamos invitados a entrar en él con algunos buenos propósitos. Tenemos por delante doce meses para llenarlos con buenas obras. Nos hace pensar mucho, en este sentido, la inscripción latina que hay en el reloj de la sacristía de la catedral de Barcelona, que dice:«Dum tempus habemus operemur bonum» («Ahora que tenemos tiempo, hagamos el bien») (Ga 6,10).

Este año 2018 nuestra comunidad diocesana tiene unas tareas a cumplir, tareas que pueden convertirse en propósitos para el año que empieza. La primera es la publicación y la aplicación del nuevo Plan Pastoral Diocesano. En el momento de cerrar el Año de la Misericordia, en la basílica de Santa María del Mar, el 19 de noviembre de 2016, propuse a toda la diócesis iniciar un trabajo con proyección de futuro: la preparación personal y comunitaria -en la línea de una conversión pastoral y misionera- de un Plan Pastoral Diocesano que nos ayudara a hacer realidad en nosotros la práctica de la misericordia. Se recibieron muchas respuestas, de grupos y de personas individuales. Todas han sido estudiadas y estructuradas para convertirse en la pauta para la redacción del nuevo Plan, que debe inspirar la acción pastoral en nuestra diócesis durante el próximo trienio.

Este trabajo común comenzó coincidiendo con el tiempo de Cuaresma del año que ahora acaba. Ahora ya tenemos listo el nuevo Plan, que será presentado a todos los diocesanos en Pascua del nuevo año. Cuando la liturgia nos invita a celebrar la Resurrección de Cristo, presentaremos y trabajaremos el texto del nuevo Plan Pastoral, para que nos ayude a ser más fieles al Señor y al Evangelio.

Este es, pues, el primero de nuestros propósitos para el nuevo año. Las respuestas recibidas manifestaban una gran sintonía con las orientaciones dadas por el papa Francisco para toda la Iglesia. Me complace subrayar este hecho, porque manifiesta la sensibilidad y la vitalidad de los cristianos de esta tierra en el seguimiento de Jesucristo en nuestros tiempos. Damos gracias a Dios por esta armonía.

Un segundo propósito para el nuevo año es la celebración del octavo centenario de la fundación de la Orden de la Merced. Ocurrió en agosto del 1218, en la catedral de Barcelona. Tuvo una gran responsabilidad el que era entonces obispo de Barcelona, Berenguer de Palou, que ofreció la cruz de la catedral para incorporarla al escudo y al hábito de los religiosos de la nueva institución. Por obra sobre todo del laico san Pedro Nolasco nació una orden religiosa dedicada a la redención de los cautivos, una grave necesidad social de aquel tiempo. Esta conmemoración nos hace pensar en las necesidades sociales y en las respuestas que debemos dar como Iglesia en el presente. Esta conmemoración es también un reto y un compromiso. Nos comprometemos a servir a nuestro pueblo y a contribuir a su cohesión social, siguiendo una línea que ha sido una constante en la acción pastoral diocesana y que creemos que continuará dando buenos frutos en el futuro.

Y el tercer propósito, para no citar más, es trabajar por la paz y por la concordia en nuestro país, en nuestras familias, en las propias vidas y en todo el mundo. La paz es lo que todos deseamos, es el canto que llevaron los ángeles a los pastores en Belén y es el nombre del Mesías, príncipe de la Paz. Y esta es la petición que, al comenzar el año nuevo, haremos mañana en la Jornada Mundial por la Paz.


Cardenal Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona
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