Sínodo sobre la familia

Sólo hay un precedente de una reunión episcopal convocada por el Papa para abordar exclusivamente este tema de la familia: la Asamblea General Ordinaria de 1980 impulsada por Juan Pablo II, de la que emanó la exhortación apostólica Familiaris Consortio en 1981.
Durante el año transcurrido desde su anuncio hasta su celebración, los preparativos del Sínodo han sido intensos. Queriendo que la participación fuera la mayor posible, el Vaticano envió a las Conferencias Episcopales un amplio cuestionario para que los obispos pudiéramos hacer las aportaciones que estimáramos convenientes. No se trataba de un sondeo, o un referéndum, sino de una recogida de experiencias, ya que el Sínodo trata de hallar respuestas pastorales.
Cuando fue anunciado, ya se dijo que no se abordarían asuntos de doctrina, que ha sido recogida por el Magisterio en múltiples ocasiones. Lo que se busca es escuchar los problemas y expectativas que viven muchas familias y mostrarse cerca de ellas, ofreciéndoles de forma creíble la misericordia de Dios.
Los medios de comunicación han simplificado el objetivo de la reunión reduciéndolo a si se va a admitir a la Eucaristía a las personas divorciadas y vueltas a casar. Es cierto que se abordará esta cuestión, con el espíritu invocado por el Papa cuando dijo que “la Eucaristía no es un premio para los perfectos, sino alimento para los débiles”. Pero el temario es más amplio, ya que son muchos más los temas que afectan a la familia, desde su propia concepción hasta las relaciones entre sus miembros.
Quienes tenemos una cierta edad hemos visto muchos cambios en esta primera institución social. La familia tradicional, en la que varias generaciones vivían en una misma casa, sobre todo en los ambientes rurales, ha sido sustituida por unidades familiares más pequeñas, a veces monoparentales, según una expresión moderna. Y la fe que se transmitía de generación en generación, se encuentra ahora con fisuras, como eslabones rotos de esta cadena.
La Iglesia, en vez de añorar el pasado, se ocupa de hacer frente a los problemas actuales. Y en este Sínodo, de modo particular, de ayudar a quienes necesiten una orientación para que impere el amor, el pegamento que cohesiona a las familias.
† Jaume Pujol Balcells
Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado