Tiempo de espera
En ese momento las cartas se manejaban así, una vez por semana llegaban las cartas, y gritó fuerte “Carta para Ojea”, entonces, enseguida me levanté, como teniendo un resorte, y el Padre me dijo, tomándome de la mano: “¿De quién esperás carta?”, “De nadie” le dije, “No sé, déjeme ir a buscarla”.
Fui a buscar la carta, la abrí delante de él, estaba ansioso: Era una propaganda. El Padre me dijo: “¿Ves Oscar, siempre esperamos a alguien, siempre esperamos a algo, nuestra vida no tiene sentido si no esperamos”.
La dimensión de la espera, es una dimensión que le da sentido a nuestra vida, en el fondo, siempre estamos esperando a Dios.
La Navidad lo que hace es hacer concreta esa venida de Jesús, el Hijo de Dios, que viene a salvarnos, que viene a buscarnos. Nosotros con nuestra oración, con nuestro clamor, con nuestro deseo de su venida, con ese ejercicio de la caridad que hace más próximo el Reino, tratamos de acelerar y estar vigilantes para esa venida.
Hace unos días, volvimos a leer algunos lemas de San Pablo VI sobre la Jornada Mundial de la Paz: “Si quieres la paz, trabaja por la justicia”, “Si quieres la paz, defiende la vida”. Me pareció tan lindo retomar esos dos magníficos lemas que nos regalaba el Santo Papa para poder recrear en nosotros el deseo de construir una verdadera patria de hermanos, una Patria en la que construyamos la paz.
Esperando al Príncipe de la paz, que es Jesús, renovamos nuestro corazón en este Adviento, nos vamos colocando de a poquito junto al pesebre para poder construir juntos una paz duradera.
Que el Señor así nos lo conceda.