Un amor transformador
En la Iglesia, desde los primeros siglos, hay una tradición muy arraigada de vincular la celebración de la Eucaristía con la caridad fraterna. No podía ser de otra manera, ya que en la Eucaristía recibimos la invitación de Dios y su fuerza para vivir la alegría del amor. El encuentro con Dios nos hace más sensibles y atentos a las necesidades de nuestros hermanos. Por ello, hoy también celebramos el día dedicado a la caridad y, sobre todo, a Cáritas, la institución de la Iglesia católica que, siguiendo el testimonio de Jesucristo, tiene la misión de hacer efectivo este amor que recibimos de la Eucaristía en el servicio a las personas más necesitadas.
El compromiso a favor de los más débiles y para la transformación del mundo es uno de los cinco ejes del nuevo Plan pastoral. Esta idea queda reflejada en el lema elegido este año por Cáritas para la Campaña de Corpus: «Tu compromiso mejora el mundo». Cambiar el mundo empieza por cambiarnos cada uno de nosotros. Si queremos transformar el mundo, debemos empezar cambiando tú y yo.
Aprovecho esta carta para dar las gracias a las personas que trabajan en Cáritas y a los numerosos voluntarios que responden con amor y comprensión a las demandas de las personas más necesitadas. Pero además, cabe tener en cuenta que esta iniciativa humanizadora y espiritual de Cáritas no sería posible sin el apoyo y la colaboración de los socios y donantes. ¡Gracias a todos vosotros, gracias por la confianza que depositáis en Cáritas!
No hace muchos días pude participar en un encuentro con destacadas personalidades de la ciudad de Barcelona, con quienes compartí una preocupación: el problema de la desigualdad social provocada por la crisis económica de los últimos años. Cáritas nos lo recuerda, los pobres son más pobres, los ricos son más ricos y la clase media también se ha empobrecido. Ante esta situación hay que reaccionar y trabajar para una mejor redistribución de la renta, por unos sueldos dignos y unas condiciones de trabajo que hagan posible una vida familiar gozosa. Es necesario, pues, que los dirigentes políticos, los empresarios, la sociedad civil y también la Iglesia tomemos conciencia de esta desigualdad y trabajemos para reducirla. Este debe ser nuestro reto para los próximos años.
En la solemnidad de Corpus Christi, el Señor sale por muchas calles y barrios de nuestros pueblos y ciudades. Y por eso los engalanamos con ornamentos florales y celebramos procesiones para adorar públicamente el sacramento de la Eucaristía. Dios salió y continúa saliendo a nuestro encuentro en Jesucristo. Este es precisamente el lema del nuevo Plan pastoral: «¡Salgamos!» Hoy pedimos al Señor que, siguiendo su ejemplo, descubramos la importancia y el gozo de salir al encuentro de nuestros hermanos.
Aprovecho para animaros a participar en las diversas procesiones de Corpus que se organizan en vuestros pueblos, barrios o parroquias. Este domingo 3 de junio también os invito a participar, a las 18.30 h, en la misa solemne de Corpus Christi que tendrá lugar en la catedral de Barcelona y en la posterior procesión por las calles de nuestra ciudad. Podéis venir acompañados de vuestros hijos que acaban de recibir la Primera Comunión. ¡Salgamos! Salgamos sin miedo con el Señor y que Él nos ayude a amar y servir a los hermanos más pobres y humildes.
† Cardenal Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona