"Mi gracia te basta"



Una de las tentaciones más frecuentes en el mundo de hoy para los discípulos de Jesús es la prepotencia. Creerse fuertes y superiores, debido exclusivamente a las capacidades personales. Estas, sin duda, son necesarias e importantes.

También, se dan tendencias a talleres, cursos y convivencias centradas en el fortalecimiento de la persona, pero sólo con el esfuerzo humano y la autoestima sobrevalorada. Es importante, ciertamente tener en cuenta las capacidades que el mismo Dios nos ha dado a todos. Pero, no se puede quedar uno sólo con esta dimensión, sobre todo cuando se trata de la vida de fe y de comunión con Dios.

Pablo, el Apóstol de las naciones, es muy bien conocido por sus capacidades humanas que siempre puso en beneficio de su misión evangelizadora. Sin embargo, sin prescindir de ellas para poder ser eficaz en la misión recibida, no dudó en someterse a la gracia de Dios. Con todo lo que él sabía acerca de sus capacidades insistió presumir de sus debilidades porque en ellas manifestaba la gracia. De hecho, haciéndose eco del mismo Dios afirma “MI GRACIA TE BASTA”.

Habida cuenta de esto podemos entender lo que el mismo Apóstol nos enseña sobre la vida cristiana: no son sus méritos los que le van a permitir alcanzar la salvación, sino la acción de la muerte y resurrección de Cristo. Esto le llevará a identificarse de una manera radical con el Señor, de modo que afirmó: “No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí”. El reconoce que, por el bautismo, está invitado a caminar por las sendas de la novedad de vida y es el Espíritu Santo quien le da la gracia o la fuerza para perseverar. Esa acción iluminadora del Espíritu es la que le permitirá reconocer y confesar que Dios es Padre.

“Mi gracia te basta” no es una simple expresión religiosa, sino la manera de explicar cómo se logra el crecimiento espiritual y la santidad de vida. Pablo reconoce, por ejemplo, que existen diversidad de dones y carismas, los cuales apuntan a un mejor servicio en la Iglesia y para la misión evangelizadora. No son virtudes o cualidades que se encierran en el prestigio ni la fama humana que apunta a un reconocimiento lleno de egocentrismo. Es lo que pretenden muchos promotores de los mencionados talleres o convivencias que apuntan a fortalecer la autoestima. Se prescinde de la gracia y se apunta a un individualismo exacerbado.

“Mi gracia te basta”: por ello, Pablo puede llegar a indicar su identidad cristiana: “Por su gracia yo soy lo que soy”, como afirma en 1 Cor 15,10. Es necesario fortalecer esta dimensión personalizada de la gracia. No se puede prescindir de Dios. El crecimiento personal, necesario e irrenunciable, no puede dejar a un lado la gracia, la fuerza del Espíritu… la salvación implica el crecimiento personal, pero sin dejar a un lado a Dios. Él habita en el corazón de los creyentes y da lo necesario para que, en libertad, el discípulo pueda caminar en la novedad de vida. Es decir, pueda vivir la vida según el Espíritu de la que nos habla Pablo.

Mucha gente valora sólo el esfuerzo humano. La Iglesia, heredera de la Palabra de Dios, también lo valora pero sin abandonar la propuesta que viene de Dios: su gracia, su luz, su presencia alentadora. Por eso, todo cristiano, al igual que Pablo, debe unir a sus esfuerzos y trabajos personales, la ayuda que viene de Dios. Entonces, aún con sus riquezas, podrá seguir sintiendo lo que experimentó Pablo: “MI GRACIA TE BASTA”.

+Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal
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