Con motivo de los nombramientos sacerdotales

Carta a todos los cristianos de la Diócesis con motivo de la publicación de algunos nombramientos sacerdotales

Como suele ser habitual en estos últimos días de cada año pastoral, el Obispo suele estar ocupado en darle muchas vueltas a la distribución de los sacerdotes, para una más adecuada y equilibrada acción pastoral en toda nuestra Diócesis. En esta responsabilidad siempre confío en el Espíritu Santo, porque sé que a Él le corresponde mover la barca de la Iglesia; también tengo la referencia de la misión de Jesús, que es quien envía; y, por supuesto, no pierdo de vista la voluntad del Padre, que quiere sacerdotes según su corazón. Así de bien acompañado busco que el servicio ministerial de cada sacerdote se sitúe allí donde más se le necesite y donde más y mejor pueda desarrollar sus capacidades. Por supuesto, en este empeño deseo el bien pastoral de toda la Diócesis, especialmente en lo que se refiere a un mejor y más adecuado desarrollo del Plan de Pastoral Diocesano.

Mis decisiones, como es natural, van a producir cambios, que pueden dar la impresión de que perjudican a las parroquias, que ven salir a su sacerdote para incorporarse a un nuevo destino. Siento que se pueda ver así, porque nada está más lejos de mi intención. Sin embargo, comprendo que algunos os disgustéis, lo que me parece muy natural, porque sé que normalmente estáis muy satisfechos con las cualidades y con la atención pastoral de vuestros párrocos. No obstante, mi responsabilidad como Obispo y Pastor de toda la Diócesis me obliga a tomar estas decisiones cuando las circunstancias lo requieren. Lo que sí os puedo decir es que los nombramientos los hago después de rezar y reflexionar mucho y, por supuesto, de consultar siempre con mi Consejo Episcopal y con otras muchas personas. Desde luego, también debéis de saber que ningún nombramiento se hace sin la aceptación personal del sacerdote al que se lo propongo.

Entre todos me han orientado para ir buscando el bien de la misión de la Iglesia, que es lo que está en juego en este tipo de decisiones. Nunca intereses particulares. Los cambios de misión de los sacerdotes se hacen siempre en función del servicio, nunca se piensa en la promoción o en la carrera. Por mi parte, os puedo asegurar que no me es fácil tomar las decisiones que hoy mismo se hacen públicas. Os ruego que recéis por mí, para que siempre sea ecuánime en la búsqueda del bien de nuestra Iglesia diocesana y, por tanto, que nunca haga acepción de personas y de parroquias.

Por supuesto, no estoy seguro de acertar siempre y en todo lo que hago; pero me queda muy tranquilo el saber que en los sacerdotes a los que les he propuesto un cambio en su ministerio he encontrado una gran comprensión y una aceptación total de lo que les pedía. Le doy las gracias al Señor porque en el tiempo que llevo en la Diócesis de Jaén me he sentido muy enriquecido por la unidad y la colaboración del presbiterio diocesano y por la disponibilidad y actitud de servicio de sus sacerdotes. Por vuestra parte, podéis sentiros orgullosos de vuestros pastores, como yo me siento de todos ellos; se han mostrado con una generosidad y disponibilidad absolutamente ejemplar. En general, se mantienen fieles a su compromiso de servir a la Iglesia allí donde el Obispo, en diálogo con ellos, considere que se les necesita.

Os aseguro que han puesto muy fáciles mis decisiones, a pesar de que todo traslado supone un empezar de nuevo y una modificación de la vida. Eso siempre supone un sacrificio, sobre todo cuando se van cumpliendo años. A los que cambian y a los que permanecen en su servicio actual, les pido que se sientan enviados a animar la Comunión y la Evangelización y a que se pongan al servicio del sueño misionero de llegar a todos, en el que está tan implicada nuestra comunidad diocesana, siguiendo el hilo espiritual y pastoral de nuestro proyecto de Iglesia en salida, de Iglesia misionera.

Dicho esto, os pido a los que vais a recibir a un nuevo párroco que le abráis vuestros corazones y también vuestras puertas; así la misión de la Iglesia podrá entrar en vuestro pueblo o ciudad y en vuestras casas. Poneos a su disposición para que nunca se sientan solos en un proyecto de Iglesia evangelizadora, que no se puede hacer sin la participación corresponsable de todos y, en especial, de los laicos. Os pido que recéis por los sacerdotes, para que siempre lleven a todos el amor de Dios nuestro Padre, para que muestren el rostro y el corazón de Jesucristo y para que sean dóciles al Espíritu Santo, que quiere mover nuestra Iglesia diocesana a la unidad y a la pasión pastoral por servir a todos.

Las decisiones que acabo de tomar se hacen cada vez más complicadas, porque disminuye el número de sacerdotes: son más los que se jubilan que los que se ordenan, aunque este año hemos tenido la alegría de ordenar a tres nuevos presbíteros. Cada vez es más difícil hacer las cuentas para que a ninguna comunidad le falte su pastor. Os pido que, con mucha confianza y disponibilidad, le pidáis al Señor obreros para esta mies que vive en la Diócesis del Santo Reino.

Por último, os ruego que pidáis por los sacerdotes que aparecen en esta lista de destinos, la intercesión maternal de María Santísima de la Cabeza, Patrona y Madre de nuestra Diócesis, para que siempre les acompañe con su ternura maternal.
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