El pueblo hace teología en América Latina
A pesar de las injusticias sociales, de la realidad tergiversada, invocar a Dios para legitimar ese desorden, dentro de un orden injusto, tiene sus convencimientos: Sentido de Dios, comprensión de la Palabra, inculturación, particularmente en torno a María, sentido comunitario, noción de Dios.
Se confunde la sabiduría humana del Pueblo con el saber popular de Dios. Constatamos que interactúan la fe, la sabiduría y la teología del Pueblo. La fe, la vivencia de Dios, procede del “sensus fidei” que es fruto del Espíritu Santo (LG 12) y de la “sabiduría de los Pueblos” (Sapientia populorum Ag 22).
Se da una adhesión a la verdad en nuestras comunidades como se dio en las primeras comunidades cristianas, que nos relata los Hechos de los Apóstoles.
Nuestro pueblo ha estado atento a la Creación, que le habla de Dios, y a los hechos de vida, donde Dios se manifiesta. Posteriormente, a la Biblia, ha jugado un papel decisivo. Aquí la revelación ha pasado por el saber del Pueblo, que precisamente no saben de muchas Teologías. Nuestra gente establece por medio de María una relación con su Hijo y con el rostro femenino de Dios. Juega un papel importante la simbología femenina, la Madre Tierra (Pachamama), los iconos marianos a la hora de representar a Dios.
Claro, también se dan excesos, a veces parece más relevante la mariología que la cristología y la neumatología.
Todo esto se dignifica, toma cuerpo en América Latina, porque el Concilio Vaticano II (1965) ha sido “recibido” colegialmente. Medellín (1968), es determinante, asume las líneas del Concilio y trazan el modelo de comunidad cristiana, de base, pastoral de conjunto, solidaridad con los empobrecidos…
Aparece otro modelo de iglesia y de comunidad cristiana, donde Dios se vive de mil modos, a través de las devociones, la Palabra, signos de solidaridad, círculos bíblicos, asociaciones y movimientos sociales. En estas comunidades, “Diosito” siempre está presente. Todas estas vivencias están animadas por el Espíritu. Aparece una nueva alianza entre la Iglesia y esas mayorías populares y movimientos sociales de América Latina, que conlleva un redescubrimiento de Dios. Ciertamente, tanto la noción, percepción de Dios, como de Pueblo de Dios es donde adquiere la mayor relevancia y repercusión pos conciliar. A través de compartir la fe con los hermanos, ser y hacer comunidad, trabajar por transformar la realidad injusta en que viven, conversar con Dios en quien tenemos puesta toda la confianza, ha descubierto, sentido y celebrado el rostro de Dios.
Apostar por Dios es apostar y estar al lado de las personas, de los pobres, luchar contra el mal, el sufrimiento, la opresión, la muerte, trabajar por devolver la dignidad a los pobres, elevar su autoestima y decir con palabras, signos y hechos que Dios les ama y que los pobres son los primeros en el Reino de Jesús.
Siguiendo las huellas de Jesús no hemos actuado con autoritarismo, imposición, sino con fuerza cuidadora, sanadora para hacer crecer la libertad, el amor, la misericordia de Dios.
Nicolás Castellanos Franco