Anotaciones a la entrevista del Papa a Scalfari
1/ Llama la atención el tono de la entrevista. El Papa que baja de su pedestal de siglos, deja su imagen imperial de lado y se sitúa ante el director de la República como un simple creyente, que se explica no desde la cátedra sino desde el corazón y la vida.
2/ El estilo de entrevistado, que no rehuye pregunta alguna. No se esconde. En alguna ocasión aprovecha, incluso, para contestar a la gallega, con preguntas dirigias al enttrevistador. Le interesa también saber lo que piensa Scalfari, como persona y como representante prestigioso de la cultura actual. Tomen nota muchos de nuestros obispos, que siguen rehuyendo a los medios, empeñados en pescar en pecera.
3/ Vuelve a contar cosas de su vida. Cosas personales, como su vocación. Sin alardes, pero sin falsos rubores. Con normalidad papal.
4/ Afirmaciones sin precedentes (en fondo y forma) sobre su concepción de la Iglesia y sobre la Curia, a la que fustiga una y otra vez. Parece Jesucristo en el templo con el látigo contra la Curia "vaticano-céntriva" y "lepra del papado". Si hace seis meses un periodista o un teólogo dijese algo así sería apedreado al amanecer por los tira-piedras de turno que, ahora, en cambio, callan y no saben donde meterse. Están descolocados, fuera de juego. Se han quedado sin guión, sin actores y hasta sin teatro. ¡Sic transit...!
5/ No tiene empacho en confesar cuáles son sus santos de referencia: Agustín y Francisco, en primer lugar. Incluso antes de Ignacio de Loyola y sin hacer mención a Tomás de Aquino, lo que, sin duda, contribuirá a enfurecer a los neoescolásticos de turno de oficio.
6/ Alabanza sentida y total a la Compañía: "Los jesuitas fueron, y siguen siendo todavía, la levadura -no la única pero quizás la más eficaz- de la catolicidad". Se puede, quizás, decir más alto, pero no más claro. Francisco es un Papa que suma, pero sin olvidar sus raíces. Y, tras pasar un crudo invierno (con comisario incluido, impuesto por el Papa Wojtyla), los "compañeros de Jesús" regresan a la vanguardia de la Iglesia.
7/ Vuelve a colocar al Vaticano II como piedra angular de su pontificado. Y no se muerde la lengua, al señalar, las pautas inconclusas del Concilio y aquellas en las que, incluso, se ha dado marcha atrás durante estas últimas décadas revisionistas: el ecumenismo, la colegialidad, al corresponsabilidad y el diálogo interreligioso.
8/ Cita dos o tres veces, por su nombre y apellido, al cardenal Martini, al que convierte en su santo y seña, en su referencia eclesiástica. Sobre todo en lo que se refiere a la sinodalidad, un acaminoa recorrer "con rudencia, pero con firmeza y tenacidad".
9/ Defiendde la política en un momento en que todo el mundo la denosta, pero sin mezclar planos con la religión y teniendo muy clara la teología de las realiades temporales del Concilio.
10/ No se muerde la lengua a la hora de señalar con nombres y apellidos al causante de la miseria humana mundial: "El capitalismo salvaje". Se atreve a ponerle el cascabel al gato y a señalar con el dedo, como pedía recientemente nuestro amigo Ángel Aznárez en RD. ¡Cuidese, Santidad! Les está poniendo en tela de juicio su enorme chiringuito. Y los "malos" no suelen perdonar.
Otra gozada de entrevista, que eleva todavía más al Papa Francisco y coloca a la Iglesia en la cresta de la ola de la credibilidad y de la autoridad moral. Es el momento de aprovechar el impulso de ese enorme tsunami y, desde las bases, fieles, clérigos y prelados sumarse decididamente al carro. Desaprovechar esta excelente ocasión de evangelización positiva será un error de primer orden e, incluso un pecado.
José Manuel Vidal