La CEE habló sobre Ceuta

Alto y claro. El portavoz del episcopado, José María Gil Tamayo, cogió el toro por los cuernos nada más comenzar la rueda de prensa sobre la asignación tributaria. No hizo falta que nadie se lo preguntase. Sabía que la noticia estaba en los 15 muertos de Ceuta. Y sabía que había expectación en los medios por saber qué iba a decir la Conferencia episcopal. O si, como en oras muchas ocasiones anteriores, iba a optar por el silencio.

Está claro que en Añastro no sólo hay un cambio de cara, sino también de tendencia. Manda la transparencia informativa, el reloj de la sede de la CEE está en hora con el de Roma y los periodistas ya no son "enemigos", sino instrumentos necesarios para que la Iglesia haga llegar sus mensajes a la sociedad.

Buen conocedor de la dinámica mediática, Gil Tamayo comenzó la rueda de prensa confesando su dolor y su solidaridad con las víctimas de Ceuta. Y habló, con el corazón en la mano (como hijo de emigrante que es) de "tragedia, drama y vergüenza". Con equilibrio, sin entrar en la batalla política, más bien pidiendo a los políticos que hagan causa común ante este drama y busquen políticas no sólo de control, sino de prevención en los países de origen. Y respeten los derechos humanos y la dignidad inviolable de la persona.

Es lo que pasa cuando la gente que ejerce cargos de responsabilidad en la Iglesia está bien preparada y no se cree más que los demás. Y José María Gil conoce por dentro la dinámica mediática y no pretende dar lecciones a nadie. Un portavoz sereno, equilibrado y humilde, que no sienta cátedra, pide disculpas, no da lecciones y agradece la labor de los medios. Y no se esconde.

La primavera de Francisco ha comenzado en España por la calle Añastro. Y, en marzo, cuando regresen los obispos de Roma con la hoja de ruta que les haya marcado el papa bajo el brazo, esa primavera esperemos que eclosione de una vez por todas en una nueva CEE, desde la cúpula presidencial a las bases.

José Manuel Vidal
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