Grijelmo desentraña a Camino, sin conocerlo
Pasaron los años y lo volví a reencontrar como director del secretariado de la comisión episcopal para la Doctrina de la Fe, donde siguió ganándose fama de duro y de hilar tan fino con sus colegas teólogos que ni siquiera los jesuitas daban crédito a lo que estaba haciendo uno de ellos. De allí pasó a ser el protegido del cardenal Rouco que primero lo nombró secretario general del episcopado y, después, en contra del parecer de la Compaía y de su General, consiguió que Roma lo nombrase su obispo auxiliar. Un auténtico 'trágala' del vicepapa español.
Como portavoz le sufrí durante 10 años. Hablo de vivencias y de experiencias directas. Mucha sy muy abundantes. Y eso que llegó con aire conciliador y hasta nos invitó a los periodistas a un primer encuentro informal en el que jugó sin red y se puso a nuestra disposición. Poco duro la luna de miel con la prensa. Y, pcoo a poco, se fue enemistando con todos los profesionales que cubrimos la información de los grandes medios. Excepto, claro está, con los de su cuerda. Y, a veces, ni eso. ¿Cómo fue posible que los obispos tuviesen de portavoz, durante tanto tiempo, a un clérigo enemistado con la mayoría de los que teníamos que ser sus instrumentos privilegiados para comunicar y hacer pasar los mensajes de la Iglesia a la sociedad?
Todos pensábamos que la Iglesia estaba tirando piedras contra su propio tejado. Pero los obispos, conocedores del tema, callaban por miedo al gran cardenal. ¡Ah el silencio de los buenos y de los miedosos y de los cobardes y de los que, por no arruinar su ascenso en el escalafón, nunca se opusieron a los designios de Rouco y "tragaron" con todos los desmanes de su protegido!
Alguna vez habrá que repasar ese capítulo episcopal. Sin revancha, pero sin perder la memoria. Y que algunos se pongan colorados.
A Camino le he visto tantas veces, le conozco tanto, se ha exhibido en tantas y tantas ruedas de prensa que puedo describir su personalidad (humana y hasta espiritual) sin miedo a equivocarme. Lo menos que puede decirse es que tiene una personalidad "complicada" y un carácter muy dificil. Se lo cree y eso le lleva, quizás inconscientemente, a mirar a los demás por encima del hombro. ¿Orgullo, complejo de superioridad...?
¡Cuántas anécdotas podría contar! ¡Cuántas "persecuciones" suyas en su nombre y en el de su amo! Cuantos datos, cuántos casos, con puruebas, pelos y señales, que, si los contásemos, le dejarían en evidencia. ¿Para qué, ahora que se va? No me gusta hacer leña del árbol caído, pero tampoco, como decía, perder la memoria. Muchos, por su culpa, en la Iglesia española hemso hecho mucha "mili". Desde obispos a religiosos, pasando por periodistas o compañeros suyos de trabajo.
No se hace querer. Al contrario, muchos llegan a decir que es "mala persona". Yo no me atrevería a tanto. De internis...
Lo que sí me atrevo a juzgar son sus actitudes públicas, sus decisiones y sus comportamientos durante estos diez años como portavoz de la Iglesia española. Y creo poder afirmar (podría aducir cientos de datos y casos) que no deja amigos en Añastro (si acaso, algunos trepas), que hizo daño a la imagen pública de la Iglesia y que no cumplió con el objetivo de un portavoz de una institución. Si lo evaluasen, en cualquier otro sitio, le despedirían con cajas destempladas.
Peor quizás yo le conozca muy de cerca (y, a todos, de cerca, se nos ven más los defectos) y le haya sufrido demasiado.
En cambio, Alex Grijelmo, ex director de la agencia Efe, sólo conoce al personaje, pero también lo cala. Y asi describe en El País su última intervención en los micrófonos de la cadena Ser:
Las declaraciones de los personajes públicos pueden medirse con tres reglas distintas: lo que dicen con sus significados, lo que dejan de decir con sus silencios y lo que dicen y podían haberse callado.
En este caso, lo que monseñor Martínez Camino dice no tiene duda posible: los católicos están con el Papa, sea quien sea. Cada palabra se entiende por sí misma.
Lo que no dice, y sin embargo se deduce, viene a parecerse a lo que sucedía en los casos anteriores. La expresión “sea quien sea” no indica que el portavoz episcopal desconozca quién es el Papa. Esa frase no significa “no sé quién es el Papa, pero sea quien sea le apoyaré”, sino “sé quién es el Papa, y aun así le apoyaré”. Las comillas, obviamente, no corresponden al pensamiento de monseñor Martínez Camino, sino a la hipótesis del arriba firmante, razonada conforme a lo arriba constante. No estamos hablando ya del significado de las palabras, sino del sentido que muestran. Pero hay más cosas que no se dicen en esa frase: no se dice “apoyaremos al Papa porque estamos de acuerdo con él”, o “llevaba años esperando que se proclamara algo así”. Eso no se dijo, le pese a quien le pese.
En tercer lugar, apliquemos la regla de lo que se dice y podía haberse callado. La frase citada (“los católicos estamos siempre con el Papa, sea quien sea”) se habría bastado a sí misma sin el estrambote de los tres últimos vocablos: “Los católicos estamos siempre con el Papa”. Y ya.
¿A qué venía añadir eso de “sea quien sea”? Pues venía seguramente a lo que seguimos interpretando: a que estaremos con el Papa “nos cueste lo que nos cueste”, “le pese a quien le pese”; es decir, estaremos con el Papa aunque no nos gusten las consecuencias, a nuestro pesar, a regañadientes. Pero estaremos con él porque no nos queda más remedio.
Hemos entendido. El suelo tembló y esas tres palabras movían el sismógrafo.
Se va Camino. Le deseo más suerte en su nueva etapa. Dicen que podría suceder a Ureña en Zaragoza o a Aracil en Mérida-Badajoz (ambos, al parecer, con problemas de salud). "¡Pobre diócesis en la que caiga!", dicen muchos. Otros, sin embargo, aseguran que "los curas le bajarán los humos y le enseñarán a ser un obispo pobre y sencillo". ¡Ojalá! ¡Dios lo quiera!
José Manuel Vidal