El Intituto de Pastoral merece un homenaje

Vuelve a estar de moda. No podía ser de otra manera. Con un Papa pastoral y profundamente conciliar, tiene que volver a brillar y recobrar todo su esplendor de antaño el Instituto Superior de Pastoral de la Pontificia de Salamanca en Madrid. Fue, sin duda, el centro que mejor recepcionó y aplicó el Concilio. Todo un faro. Con figuras tan relevantes como Casiano Floristán, Julio Lois, Burgaleta, Maldonado, Juan de Dios Martín Velasco, Marciano Vidal o el propio Antonio Cañizares, entre otros muchos. Entonces, los obispos de toda España mandaban a sus curas a reciclarse o a licenciarse en Teología pastoral. Y el Instituto estaba lleno de alumnos.

Después, sufrió el vacío de la época de la involución eclesial. Una larga etapa, durante la cual se le miró con recelo, se marginó a sus profesores y los obispos (como si de una consigna superior se tratase) dejaron de enviar a sus curas y seminaristas a formarse en él. Resistió como pudo. Con imaginación y creatividad: abriéndose a los laicos. Pero sin claudicar de sus principios y sin renunciar al espíritu del Vaticano II.

Han pasado 50 años del concilio y el Instituto también cumple su 50 aniversario. Y la primavera de Francisco comienza a notarse. Ha resistido y, al final, su labor se ve recompensada. Primero, en alumnos. Esperan que, a partir de ahora, se vuelva a poner de moda la teología pastoral, con un papa eminentemente pastor. Y que, por lo tanto, los obispos vuelvan a mandar a sus curas a reciclarse y a ponerse al día pastoralmente al ISP. Para que, después, fieles al Papa, puedan "armar lío" en sus diócesis de procedencia.

La recompensa también les llega en forma de reconocimiento. A su enorme y esencial labor pasada, como motor y animador esencial del Concilio en España. Y a la realizada durante los años "de largo invierno". Sin estridencias, pero sin vacilar ni claudicar. Allí estaban para demostrarlo dos de sus puntales: José Luis Corzo y Juan de Dios Martín Velasco. Los dos ya jubilados, pero siguen siendo referencias en sus respectivos ámbitos de reflexión teológica. Quizás por eso, los alumnos y los profesores de ahora (Juan Pablo Maestro, Antonio Ávila o José Luis Segovia) los tratan de "maestros". Lo fueron y lo siguen siendo.

Alguien, en la Iglesia española institucional (quizás la Comisión episcopal de pastoral, que preside monseñor Sebastiá Taltavull), tendría que promover una acto de homenaje y reconocimiento público y explícito a este Instituto de Pastoral. Por todo lo que hizo por la recepción el Concilio, la teología pastoral y la puesta al día del clero y de tantos agentes pastorales de la Iglesia española. Y portodo lo que sigue haciendo. Ninguna otra institución en España puede presumir de una labor así, tan redonda y tan fructífera, incluso en momentos duros, cuando los vientos soplaban en contra.

José Manuel Vidal
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