Según informa El Mundo (5, dic., 06) “Sanidad autoriza que tres familias conciban un ijo para salvar a un hermano”. La expectativa de procrear una criatura que nazca dando vida será
buena noticia para los progenitores.
Se llama “
selección genética” al método de elegir, tras un diagnóstico pre-implantatorio, cuál de los pre-embriones obtenidos por fecundación in vitro se ha de trasplantar al seno materno: uno compatible genéticamente como donante de células para el hermano enfermo.
El “diagnóstico pre-implantatorio” evita el recurso al aborto tras un “diagnóstico prenatal” durante la gestación.
Se podría llamar “solidaridad genética”, en vez de “selección genética”, para eludir el parecido con la reducción embrionaria como recurso a un aborto parcial en embarazos múltiples.
En el diagnóstico pre-implantatorio, no se trata de descartar a nadie, ya que los pre-embriones todavía no implantados no tienen personal.
Ese fue el malentendido que desencadenó, durante el debate sobre la ley de reproducción asistida,las exageraciones demagógicas de algunas instancias religiosas o políticas, que apelaban retóricamente a no “sacrificar unas vidas para salvar otras”.
No se está sacrificando a nadie, ni seleccionando a unas personas y excluyendo a otras. Se da luz verde a un pre-embrión para entrar por el camino de llegar a ser persona. Si el proceso de gestación discurre normalmente, la compatibilidad genética de ese pre-embrión hará posible que nazca una criatura dando vida.
Juan Masía