Juan Masiá: “Rouco y Cañizares no toleran el pluralismo”

Hace menos de un mes que le cesaron como director de la cátedra de Bioética de la universidad Pontificia de comillas, pero no silenciaron su voz. Y, desde las páginas de la revista cristiana 21rs, el jesuita Juan Masiá denuncia al cardenal Rouco Varela y al secretario del episcopado, Martínez Camino como los instigadores de su cese. Acusa a una parte del episcopado de “identificarse con la ultraderecha”, dice que es moral la utilización del preservativo, califica de “antievangélica” a la cadena COPE y asegura que “callarse en estos momentos es inmoral, porque la postura de los obispos está haciendo daño a la iglesia y al país”.

El catedrático jesuita dice sentirse “desamparado”, porque lo echaron sin darle oportunidad de defenderse y “sin seguir el debido procedimiento”. Tanto es así que asegura que “si esto fuese el despido de un seglar y lo llevase a los tribunales, lo ganaría claramente”.

A su juicio, tras su cese hay tres razones. La primera es ideológica y consiste en que “buena parte de la Conferencia episcopal adopta una postura beligerante e identificada con la ultraderecha a través de la COPE y no consiente que alguien critique esa postura”.

La segunda razón es ideológica: “asumir el disenso no de la iglesia sino en la Iglesia es admitir un pluralismo que ni Rouco ni Cañizares toleran”. Y la tercera es de tipo mediático: “el precio que exigían para no destituirme era no salir jamás en los medios. Si me callo, sigo hasta los 70”.

A juicio de uno de los máximos expertos mundiales en Bioética, “actuando así, la Iglesia pierde credibilidad hacia fuera y sofoca al pueblo sencillo con una carga moral insoportable. De ahí el cisma silencioso: muchos se van de la iglesia en silencio y otros no hacen ni caso a sus normas morales”.

El jesuita acusa a la jerarquía de la Iglesia española de “estar obsesionada por la moral, por el poder y por la política eclesiástica. Se preocupan más de eso que de evangelizar”. Y es que, a su juicio, los actuales obispos españoles son “timoratos, incompetentes, mal preparados intelectualmente, miedosos y de una línea teológica anterior al Vaticano II. Hoy no tenemos un Tarancón, pero ni siquiera un Yanes”.

Asegura, asimismo, que los obispos “tienen pánico a abordar en serio la sexualidad, un tema en el que la Iglesia lleva un siglo de retraso. Saben que hay que revisar radicalmente la moral sexual, pero no se atreven ni a tocar el tema del preservativo”.

Para Masiá, “el preservativo se puede usar no sólo como prevención de un contagio, sino como anticonceptivo corriente, para evitar un embarazo no deseado o un aborto. Hace mucho tiempo que la teología moral seria ha superado este falso problema. Aunque diga lo contrario un dicasterio romano, el preservativo no es cuestión de fe ni de moral ni de pecado. Es cuestión de sentido común, de responsabilidad y de sentido del humor”.

El jesuita cesado arremete asimismo contra la cadena de los obispos: “Me produce vergüenza ajena que alto tan antievangélico, maleducado y crispado como la COPE salga con el aval de la Iglesia. No me cabe en la cabeza que los obispos la toleren. Pero si lo hacen, es porque una parte está de acuerdo”.

Masiá rechaza también el documento del Vaticano que impide la ordenación sacerdotal de los gays, porque “el problema, para ordenarse, no es la homosexualidad, sino la madurez para vivir el celibato”.

El profesor jesuita se atreve a discrepar, aún reconociendo que “en la Iglesia actual, hay mucho miedo a todo: al marxismo, a la mujer, a los laicos y a hablar”. Por eso asegura que la Iglesia española es “intelectualmente inhabitable”.

Dice también que la presencia de los obispos a pie de pancarta “no tiene ni pies ni cabeza”, porque “el papel de la jerarquía no es identificarse con la ultraderecha. Como creyente, ver a algunos obispos en la manifestación contra los gays me dio vergüenza ajena”.

Y es que, a su juicio, en España “hay dos Iglesias y me duele, porque eso es algo que se acentúa todavía más con la crispación y, a veces, con el odio que hay entre los miembros de ambas Iglesias”.

A Masiá no le sorprende que el General de su orden religiosa, padre Kolvenbach, haya anunciado que va a presentar su renuncia en 2008. “Ya quiso hacerlo en tiempos de Juan pablo II, pero ni la Curia ni el Papa le dejaron. Benedicto XVI, en cambio, le dio luz verde. No hay que hacer un mito de lo vitalicio”.

Eso sí, reconoce que el gesto del Papa negro “crea un precedente para el propio Papa, porque también éste debería dimitir. Una persona llegada a una determinada edad ya no puede gobernar”. Pero también es consciente de que es difícil que los eclesiásticos dejen sus cargos, porque “el poder es la gran tentación de la Iglesia y su gran pecado”.
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