Juan Masiá, el último profeta silenciado
Hay pocas personas como él, capaces de enseñar divulgando a través de la Red. Su blog fue un lujo durante años. De él bebieron innumerables internautas. Unos, para abrevarse en él de sana doctrina, siempre en la frontera. Doctrina siempre aliñada con su profundo sentido del humor. Otros, para desatar toda su furia anónima de talibanes disfrazados de inquisidores, que se retrataban a cada intervención. A unos y otros, Juan se dirigía con su probada sencillez, su profunda sapiencia y su eterna sonrisa.
Si se calla el cantor...¿Y por qué tiene que callarse? ¿Por qué España es, eclesialmente hablando, más papista que el Papa? ¿Por qué, aquí, se quiere silenciar a toda costa a los que viven y piensan en la frontera? ¿Seguimos siendo el martillo de herejes tridentino?
Aquí el cantor seguirá cantando. Y el profeta, rompiendo jarrones. Porque ésta seguirá siendo tu casa, Juan. Ya lo sabes. Y desde aquí (quizás de otra forma) seguirás creando escuela de tolerancia y diálogo. Para sonrojo de los intransigentes.
Esta es tu casa y tu blog seguirá abierto en ella. De par en par. En el lugar destacado que se merece. Para que podamos seguir alimentándonos con todo lo que nos has aportado en él duranet años. Que es muchísimo. Y que es para siempre. Porque nosotros nnunca nos hemos avergonzado ni nos avergonzaremos de nuestros compañeros de camino.
Graias, Juan. De corazón. Y hasta luego. Porque los profetas nunca mueren. Y cuando los insensatos creen que los han vencido vuelven a resurgir. Como el árbol de Jesé. Siempre en la frontera. Como tú. Gracias, maestro.
José Manuel Vidal, director de Religiondigital