El Nuncio silente contra el Abad

El Nuncio del Papa en España, Renzo Fratini, lleva años silente. Quizás por el efecto imitación del cardenal de Madrid, Rouco Varela. Por eso, en círculos eclesiásticos (tanto madrileños como catalanes) ha sorprendido la nota que ha emitido esta tarde-noche contra el Abad de Montserrat, Josep María Soler. Lo nunca visto hasta ahora: que un Nuncio desmienta a un Abad que, además, es más que un simple abad. Es el líder de un monasterio emblemático y referencial en España y en Cataluña.

La nota es escueta y lacónica, pero sumamente firme y descalificadora del pronunciamiento del Abad y, por lo tanto, del Abad mismo, al que se le pone a los pies de los caballos.

La nota llama la atención primero precisamente por eso, por lo inhabitual. Es algo insólito, inusual. Algo que, en la Iglesia, no suele hacerse. O si se hace, se realiza primero por cauces internos. Y, como aseguran en Montserrat, los monjes no tenían conocimiento de la misma. Se enteraron de ella por los medios de comunicación.

Eso denota, entre otras cosas, poca "fineza diplomática" en el Nuncio, una virtud que se les supone a todos los diplomáticos vaticanos.

También llama la atención la susodicha nota porque no ofrece explicación ni razonamiento alguno a su rotunda descalificación de las declaraciones del Abad Soler. No aporta argumentos, no razona. Sólo desmiente y desautoriza.

Unas declaraciones, las del Abad, que ya estaban olvidadas y a las que el Nuncio, con su nota, ha venido a reflotar y a colocar en el centro de la agenda socio-política del país.

¿Quién ha presionado al Nuncio silente, para que saliese, ahora, en tromba? En e universo católico catalán lo tienen claro y señalan tres focos de presión sobre el legado pontificio: El Gobierno del PP, la Casa Real y el cardenal de Madrid, Rouco Varela.

Algunos van más lejos y aseguran que fue el "principal logro" que consiguió Rouco Varela en su reunión de 45 minutos con el Papa Francisco el pasado viernes en Roma. En ella, aseguran esas fuentes, convenció al Papa de que se trataba de una cuestión de Estado y, de esta forma, habría conseguido, la luz verde del Secretario de Estado, Pietro Parolin, para que el Nuncio lanzase su nota.

En cualquier caso, más leña al fuego. El Nuncio y Rouco vuelven a meter a la Iglesia en el fragor de la batalla política catalana, que ya está que arde. La Iglesia se implica y en vez de ser una instancia de diálogo y de autoridad moral, baja a la arena, con el lógico riesgo de salir malparada. La implicación política de la Iglesia siempre ha traído malas consecuencias para la institución.

Se añade mayor tensión al tema catalán. Ahora, tensando aún más la cuerda eclesial. Muchos, pro eso, (desde allí y desde aquí) piden al Papa que acabe cuanto antes con esta situación de impasse eclesial. Y que inaugure, de una vez, un nuevo ciclo en la Iglesia española, con un sucesor de Rouco Varela y un nuevo Nuncio. Pero de Roma, al menos por ahora, contestan que "eso se hará, cuando toque".

José Manuel Vidal
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