El Papa de la bandeja

Los medios se siguen sorprendiendo de cada gesto del Papa. Y no dejan de sorprenderse. Hay una regla mediática, hasta ahora inexorable: la sobreexposición en los medios quema. Pues Francisco le da la vuelta a ese axioma cada día. Está siempre en los medios, porque su carisma sigue sorprendiendo. Y quizás sorprenda porel hecho de que Francisco habita en el reino de la normalidad. Un Papa normal que, en cierto sentido, pone en evidencia lo anormal de muchas situaciones papales anteriores.

No era normal que un Papa llevase su cartera o que abrazase a la gente o que hiciese signos con el pulgar o que improvisase en cada una de sus apariciones. Se ha terminado la sacralización del papado. Normalizar el papado y convertirlo en un servicio a la Iglesia. Despojarlo del polvo de los siglos.

Prescindir de la paja. Centrarse en el grano. Ir a lo esencial. Acercarse a la gente. Bajarse del pedestal. Compartir las penas y las alegrías del pueblo. Mojarse, embarrarse, mancharse las manos con la "carne de Cristo", que son los pobres. Pasar de las encíclicas en letra a las encíclicas en gestos.

Porque el Papa Francisco con la bandeja, haciendo cola, en el comedor de los obreros del Vaticano es toda una encíclica. Más que una encíclica. O una encíclica diferente, que llega, que cautiva, que llama la atención, que la entiende todo el mundo, que la juzga todo el mundo. Para lo bueno y para lo malo. Los sacralizadores están que trinan. Y a cada nueva encíclica gestual del Papa responden con reproches y con apelaciones a la continuidad y a la carga sacral del papado...

El Papa en un selfservice. La teología del selfservice: me sirvo, no me sirven, sirvo a los demás. Por algo es y reivindica el título de "servus servorum".

José Manuel Vidal
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