El Papa niño

"Francisco tiene la sabiduría de los niños". Lo dice el prestigioso escritor italiano Claudio Magris. Comparto su definición: Un Papa niño. Porque de "ellos es el Reino". Es decir, un Papa que, como los niños, no finge, no actúa, no escenifica hacia afuera. Sencillamente, vive y contagia sus vivencias. Hay en Francisco una transparencia total que nace de la sencillez de los que no tienen nada que ocultar, de los testigos del Evangelio, de los que tratan de ser seguidores de Jesús y hacen carne-vida sus enseñanzas

Ahí radica, a mi juicio, una de las claves explicativas de la gran capacidad de seducción que, sobre creyentes o no creyentes, está desplegando el Papa Bergoglio. Francisco nos recuerda con su propia vida, con su propio testimonio que ser cristianos es vivir en plenitud, renunciando a la rigidez de la ideología y asumiendo los riesgos y los problemas que la vida conlleva. La verdad, como la vida, es clara y sencilla, como el agua que salta hasta la vida eterna.

La revolución del Papa Francisco consiste en haberse convertido en un testigo creíble del Evangelio. Y eso la gente lo ve y lo admira. Es posible seguir a Jesús. Es posible ser felices, siguiendo a Jesús y su estilo de vida.

Podrá hacer más o menos reformas (que las hará, muchas y rápidas), podrá incluso cometer errores y equivocaciones, la gente continuará siguiendo al Papa. Porque es auténtico. Con sus virtudes y sus fallos. Porque es humano y algo divino a la vez. Porque contagia esperanza y transmite veracidad.

La primavera de Francisco será una realidad en la Iglesia si todos, fieles y clero, acompasamos nuestra vida a la del Papa y transparentamos lo que vivimos: la alegría del Evangelio.

José Manuel Vidal
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