El Papa, con los sin papeles de Lampedusa
No puede ir a todas las "Lampedusas" de la región, pero en la isla italiana están simbolizadas todas las demás fronteras donde los inmigrantes africanos se hacinan sin derechos. Como los CIES españoles de Ceuta, de Melilla o de Madrid. Cárceles a cielo abierto. Con personas sin derechos, cuyo único delito es querer buscar una vida digna para ellos y para sus pobres familias.
Los jesuitas de "Pueblos Unidos" y otras muchas ongs y organizacione solidarias llevan años denunciando la triste situación de los CIES españoles. Dicen que son como cárceles pero más inhumanas.
El propio presidente de la comisión episcopal de Migraciones, monseñor Ciriaco Benavente, escribía recientemente: "Las dificultades de los inmigrantes ofrecen a la Iglesia la oportunidad y reclaman de ella la obligación de ejercer de Buen Samaritano que cure sus heridas, les ayude a levantarse y a recobrar la conciencia de su dignidad, camine con ellos, les proporcione hogar, promueva una cultura hospitalaria que favorezca por parte de todos la ayuda que se les presta en la acogida y les preste algo de su propia vida y riqueza".
Todos los que luchan en pro de los inmigrantes aseguran que los CIES "son lugares sucios, sin espacios comunes, ni inodoros en las celdas, con personas hacinadas y tiradas en el suelo sobre mantas o sacos de dormir, donde conviven el delincuente con el simple inmigrante sin papeles, con servicios médicos saturados pero en los que faltan estancias de enfermería para aislar a un paciente que lo necesite, con jergones indecentes, malolientes y sucios sobre los que dormir es un acto de abandono de uno mismo. La falta de higiene y el frío son circunstancias comunes a los que los internos deben acostumbrarse.
No, en los CIES españoles no hay presos. Hay personas que tienen muchos menos derechos a la dignidad y el respeto que los presos, simplemente porque no tienen papeles".
Francisco llevará a Lampedusa y, por extensión a los CIES españoles, consuelo, denuncia y esperanza. El consuelo de su presencia, la denuncia ante las autoridades competentes de la injusticia mayúscula que están cometiendo, y la esperanza de que los países europeos traten a los inmigrantes como personas con derechos y no como números o como eventuales delincuentes. Bendice a los malditos. Cura las heridas de los abandonados. Acerca el aceite de la ternura y la misericordia de Dios a jóvenes clandestinos encerrados en una isla. Y, sobre todo, homenaje a todos los que perdieron la vida en busca del paraíso perdido. En el Estrecho, en el Mediterráneo, vidas jóvenes segadas, sangre de África derramada.
De hecho, en un barco, acompañado por la flotilla de pescadores de Lampedusa, se internará un poco en el mar para lanzar una corona de flores y rezar en recuerdo de los tantos muertos de un área marítima enorme
José Manuel Vidal