El Prefecto de la Fe, amigo de Gutiérrez

Estuvo en Madrid, en las X Jornadas de Teología de la Pontificia Comillas, Gerhard L. Müller, el Prefecto de Doctrina de la Fe, recién confirmado en su cargo por el Papa. Un teólogo con obra (acaba de salir su Dogmática, publicada por Herder, un grueso tomo), de reconocido prestigio, editor de la 'Opera Omnia' de Benedicto XVI y que ocupa nada menos que el puesto de "guardián de la ortodoxia". Pero un guardián flexible, sin la hoz de los que siegan la hierba teologal y amigo, entre otros, de Gustavo Gutiérrez, el padre de la Teología de la Liberación.

Müller estuvo en Madrid no para vigilar ni amonestar, sino para compartir y dialogar. Tanto es así que estuvo presente en algunas conferencias (como en la del ex rector Busto), sentado como uno más. Y se quedó un día más en Madrid para confraternizar con los profesores de la Facultad de Teología, escucharlos y compartir con ellos sus inquietudes profesorales.

Tras su conferencia en el aula magna repleta, nos concedió una entrevista. Impone, al verlo al lado. Alto, calculo que ronda los dos metros. Está fuerte, aunque no obeso, ojos azules, sonríe incluso ante las preguntas más complicadas. Responde sin red, sin torcer el gesto y sin salirse por la tangente. A todo lo que le preguntamos. Desde el caso Gustavo Gutiérrez al de hans Küng, pasando por lo que le llamó el cardenal Cipriani (que lo calificó de "ingenuo") o por si temen en el Vaticano por la vida del Papa o si le dejarán hacer las reformas que se trae entre manos.

Responde con naturalidad y sencillez, sin darse importancia. Se le nota preocupado, como el Papa, por tender puentes, por evitar que las "dos alas" o los "dos partidos" eclesiales se sigan distanciando. Al escucharlo (en su casi perfecto español con acento alemán), da la sensación de que se ha terminado la época de las condenas de los teólogos. Su dicasterio, sin dejar de custoriar la fe, tiene que dedicarse a promoverla. Y para eso se necesita la investigación en las fronteras teológicas.

La Iglesia parece tornarse, de nuevo, una institución intelectualmente habitable, donde los teólogos no se limiten a repetir como papagayos lo que dice el magisterio de obispos y papas. Si la teología es una ciencia (como reivindicó el Prefecto Müller en su conferencia, que nada tiene que envidiar a las demás ciencias), tiene que trabajar con total libertad y con métodos científicos. No sólo con argumentos de autoridad.

Müller o un ejemplo de cercanía y comunicación eclesial, capaz de responder a los periodistas sin arrugarse ni esconderse ni dar largas ni jugar sucio con argumentos de rancia apologética. El más importante de los prefectos romanos (al menos por ahora y a falta de que Francisco nombre a un moderador de la Curia)que se relaciona con la gente (se deja fotografiar con los seminaristas de Comillas) con naturalidad. Se impone el estilo de Francisco. En el fondo y en la forma. Empezando por Roma...pero también llegará aquí. Y si no, al tiempo.

José Manuel Vidal
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