Richard Dawkins, el nuevo azote de Dios

Espasa nos trae `El espejismo de Dios´, el último libro de este mediático profesor, ferviente defensor del "orgullo de ser ateo", que recopila argumentos recogidos en libros anteriores como `El relojero ciego´ en contra de la hipótesis de lo divino. El estilo de Dawkins es muy agresivo, ya, a su juicio, la Religión es la causante de la mayor parte de los males del mundo, mientras que el ateísmo ofrece perspectivas para una sociedad puramente científica y más justa, feliz y equilibrada. A su juicio, la inmensa mayoría de los científicos han sido y son ateos, incluido Einstein, mientras que los argumentos religiosos, incluidos los de mentes como Santo Tomás de Aquino, no pasan de ridículos.
Hay que reconocerle a Dawkins el mérito de ser un gran comunicador. Con un lenguaje ágil, sus libros enganchan desde la primera a a la última página, salpicados sus tesis de anécdotas personales, citas científicas y clases históricas. Pero a Dawkins le gusta jugar con ventaja (en ese sentido recuerda mucho al estilo de Michael Moore en sus documentales cinematográficos), recurriendo siempre a un esquema maniqueísta plagado de burlas sobre fundamentalistas cristianos, terroristas islámicos e historias horribles sobre de fanatismo e intolerancia. La educación de los niños en unas creencias por parte de los padres es, para Dawkins algo cercano al abuso de menores. En honor a la verdad, habría que decir que las religiones y el concepto de Dios han aportado algo más que eso a la Historia del hombre.
Selección natural. En el aspecto puramente científico, Dawkins es un darwinista convencido, que apuesta por la selección natural al azar como única explicación de la evolución humana y arremete contra las teorías del `diseño inteligente´ (que, por cierto, no es, como dicen algunos fundamentalistas, negar la evolución y pensar que Dios creó las cosas tal y como son, sino sólo admitir la posibilidad de que la evolución tiene una finalidad y no es por puro azar). Dawkins cree que también las religiones son fruto de esa evolución natural, ya que en el pasado los códigos morales pudieron suponer alguna ventaja selectiva en la evolución. El progreso postrero del hombre, sin embargo, las ha arrinconado al rincón de las antiguallas, incapaces de superar el análisis científico.
Dawkins se alza así como el apóstol del ateísmo, aunque vehemencia le lleva a caer en una cascada de prejuicios contra lo metafísico y en los errores de un positivismo de principios del siglo XX que ya ha sido superado por la propia ciencia. En Gran Bretaña y Estados Unidos, donde el libro ha causado gran polémica, se comenta algún colega científico ya prepara `El espejismo de Dawkins´.
José Vicente Rodríguez (La Opinión)