Romero, beato y mártir, otro hito más en la primavera de Francisco
Durante muchos años, los sectores jerárquicos más conservadores identificaron a monseñor Romero con la plaga del "temporalismo" (volcarse con lo social y denunciar las injusticias) e, incluso, lo anatematizaron con sambenitos como "marxista" o "hereje". Cualquier cosa con tal de que su figura profética, que ya era venerada por los sencillos, no alcanzase la gloria oficial de los altares.
Con Francisco en el Vaticano, la orientación de la barca eclesial ha cambiado 180 grados. Los herejes de ayer son los santos de hoy. La revolución tranquila o la primavera de Francisco busca sus propios iconos. Y los está encontrando en los santos amados por el pueblo y temidos por la Curia, como monseñor Romero.
Y Francisco, en un gesto de los suyos, hace que la Congregación de la Causa de los Santos del Vaticano, dirigida por el cardenal conservador Angelo Amato, proclame que Óscar Romero es mártir, es decir fue asesinado "in odium fidei" (por odio a su fe), mientras oficiaba una misa en la iglesia de la Divina Providencia de San Salvador.
Decreto del martirio
La promulgación del decreto del martirio convierte a Romero en beato. Sin necesidad de más requisitos. No necesitará siquiera la aprobación de un milagro. Aunque sus fieles aseguran que hizo ya miles.
Y es que las normas de la Congregación para las Causas de los Santos (Normae Servandae in Inquisitionibus ab Episcopis faciendis in Causis Sanctorum), aprobadas y ratificadas por Juan Pablo II el 7 de febrero de 1983, establecen dos vías para llegar a los altares: la de las virtudes o la del martirio.
Los candidatos a beatos por el primer camino tienen que probar que vivieron las virtudes cristianas de una forma heroica en su vida. Y como signo que corrobora esa vivencia al aspirante se le pide un milagro para ser beato y otro para llegar a ser proclamado santo.
En el caso del martirio no se necesita milagro, sólo hace falta probar que el eventual beato fue asesinado por odio a la fe y no por alguna otra causa, como razones políticas, por ejemplo. Romero podía aspirar a ser proclamado beato por ambas vías. Pero el Papa de los pobres ha querido escoger la vía más rápida para elevar a los altares al obispo de los pobres. A San Romero de América.
José Manuel Vidal