Sand art e Iglesia samaritana, en el palacio de Cibeles
José María Gil y Fernando Giménez Barriocanal (el nuevo tandem con mando en plaza en Añastro) quisieron escenificar el cambio de ciclo eclesiástico también en lo económico. Un apartado en el que la Iglesia católica tiene poco que ocultar y mucho que presumir. Y, por vez primera, optaron por una presentación de la memoria de actividades a la americana.
Con un show, que no fue show, con un espectáculo, que no fue espectáculo, según el secretario del episcopado. Sea lo que fuere, el acto resultó impecable, atractivo y, a veces, seductor. Con varios momentos cumbres, como las 'performances' con el sand art (arte con arena) de Didi y con los testimonios de Ludovic, el emigrante camerunés, o de Luis Alfonso Tapia, el cura de Burgos misionero en la selva peruana.
Didi dibujaba en un cristal con arena la bola del mundo con la cruz o la paloma de la paz o el xtantos, mientras sonaban de fondo bellas melodías. Y arrancaba aplausos cada vez que realizaba uno de sus cuadros efímeros con arena.
La presentación del acto corrió a cargo de Javi Nieves y Mari Ángeles López. La periodista del canal diocesano de Toledo brilló con luz propia y supo entrevistar, con sencillez, a los diversas personas que fueron subiendo al escenario para poner rostro a los números de la caridad.
Testimonios dispares. Desde Alberto Ropero, el cura de Alcalá que reza laudes con sus feligreses a las 7 de la mañana, hasta Ludovic, el emigrante camerunés que contó cómo llegó a España, tras cruzar el desierto y jugarse la vida. Ahora, está acogido en la asociación Pueblo de Dios, que los jesuitas tienen en la Ventilla, y hasta da catequesis en la parroquia.
Llamó la atención y fue ovacionado en varias ocasiones el misionero burgalés Luis Alfonso Tapia. Por lo que dijo y por como lo dijo. ¡Qué manera de comunicar! Sencilla, clara, directa, sin falsos misticismos, apuntando siempre a lo esencial. Vale la pena que lo escuchen en el vídeo del acto.
“No soy ningún héroe. Los héroes son las gentes que me encuentro allí, las madres que sacan adelante a sus familias. Nosotros lo único que hacemos es escucharlos, alegrarnos y llorar con ellos. Lo único que hago es estar dignamente y tratar de florecer allí donde Dios me ha puesto...La selva es esto. Aquello es el paraíso...La única manera de ayudar a la gente es con la entrega de la propia vida...Allí la gente me reclama, me busca, me exige. Son ellos los que nos dan a un Dios desnudo, como el del portal de belén, y eso no tiene precio...” Y la ovación en la sala subraya la autenticidad del discurso del misionero.
El acto, que había comenzado con una breve explicación de lo números por parte de Fernando Giménez Barriocanal, terminó con una explicación “teológica” de la labor samaritana eclesial por parte del portavoz de los obispos, José María Gil Tamayo. El secretario de la CEE, al que cada vez se le ve más suelto y con más tablas, gana protagonismo en Añastro y en la vida eclesial española.
Gil Tamayo transmite empatía, cercanía y bondad. Y explica con sencillez las claves del acto con continuas alusiones al Papa Francisco: Gracias a todos, somos el pueblo de la memoria, somos la Iglesia-hospital de campaña, somos la Iglesia samaritana que optó por el mensaje evangélico del “que vean vuestras buenas obras y den gloria al Padre por ellas”. También dijo que la Iglesia contribuye a la cohesión social y que el acto no estaba pensado como un show o un espectáculo, sino para “mostrar lo que hacemos, para seguir haciéndolo bien”.
Dos broches de oro para finalizar: Didi, con una nueva obra de sand art, y Pablo López, el cantautor que interpretó tres canciones acompañado de su piano. Una de ellas, contra los desahucios. Algo insólito en un evento eclesial. Al menos, hasta ahora.
En la sala supermoderna del Palacio de Cibeles, mucho público. Entre ellos, los dirigentes de las principales instituciones eclesiales. Desde Escuelas Católicas hasta Caritas, pasando por Manos Unidas o casi todos los secretarios de las comisiones episcopales. En cambio, no vi a nadie del arzobispado de Madrid.
Todo, pues, perfecto o casi. Menos el lugar. El Palacio de Cibeles suena a dispendio, a lugar ostentoso, a excesivo glamour en época de crisis y de austeridad pedida y querida por el Papa Francisco. Alguien se equivocó en la elección del sitio. Algo a repensar de cara a próximas ediciones del evento. No queda bien, no es ejemplar, una presentación de la Iglesia samaritana en uno de los palacios menos queridos y más fastuosos de Madrid.
¡Con la de locales que tiene la Iglesia católica en la capital! Como decía un dirigente de Cáritas, “el próximo año les vamos a ofrecer la sede de uno de nuestros proyectos, que pegará mejor que este palacio”. Como tampoco pegaba el cóctel (de los buenos) que se ofreció al final en el hall del palacio de Cibeles. Dos borrones en un buen escrito. Seguro que tanto Barriocanal como Tamayo tomaron buena nota y que el próximo año buscarán un lugar más adecuado.
José Manuel Vidal