Dos bloques consolidados
Este último bloque, capitaneado por los americanos y los alemanes, cobra cada vez mayor protagonismo. Y no agacha la cabeza ante la Curia. Entre otras cosas, porque la Curia está absolutamente desacreditada, después del Vatileaks y de todo lo que ha pasado. La gran mayoría de los cardenales no italianos ni curiales culpa a la maquinaria, dirigida por los italianos, de la mala imagen y de la porquería que, desde el Vaticano, ha manchado todo el rostro de la Iglesia universal.
Y quieren cambios, no quieren cataplasmas. Ni se conforman con la salida gatopardesca de que "todo cambie para que todo siga igual". La Iglesia ha tocado fondo. Está, en estos momentos, en una situación límite. Especialmente en lo que se refiere a su autoridad moral y, por lo tanto, a su influencia social.
Los curiales y gran parte de los italianos apuestan por Odilo Pedro Scherer. La solución gatopardesca de un brasileño hombre de suma confianza del curial Re, protodiácono en el cónclave. Otro grupo de italianos, que todavía no ha sumado sus votos a los de los curiales apuesta por Scola, para que el papado vuelva a Italia.
Del otro lado, los americanos y los alemanes (que aportan dinero a las arcas eclesiales y han hecho limpieza en sus Iglesias, mientras sufrían las consecuencias de las intrigas curiales) quieren un candidato nuevo, fuerte, sin contaminar, que no se pliegue a los gustos de la Curia, que sea capaz de gobernar y que esté "limpio". De ahí que pidan más tiempo para buscar al mejor posible. Y podrían decantarse por Ouellet, Erdo o Schonborn. El futuro de la Iglesia está en juego.
José Manuel Vidal