¡Que cierren ya la Legión de Cristo!
El día 8 de enero, la congregación comienza un capítulo en Roma. Unos dicen que para refundarse. Otros que para que cambie algo sin que nada cambie. ¿Se puede salvar un árbol con una raíces tan diabólicas, como dice Alarcón? Todo en la Legión sigue contaminado por la maldad inexplicable de su fundador. Por mucho que la refunden, su olor y su fantasma seguirá planeando sobre su obra.
Parece de sentido común que se elimine de raíz y los Legionarios, tras pedir perdón y purificar la memoria, se hagan curas diocesanos o entren en otras congregaciones religiosas. Eso sí, después de pasar un serio examen psicológico y espiritual. Porque algunos al menos parecen contaminados por una espiritualidad malsana y opresora.
¡Cuánto dolor y durante tantos años y con tantas personas! Y, sobre todo, cuánto silencio de los buenos, que es el peor. Todos sabían, pero nadie hablaba. Y, cuando hablaron, alguien hizo, en el Vaticano, de muro de contención. Y de padrino. Sería justo y necesario (sobre todo para las víctimas) conocer no sólo a los culpables, sino también a los cómplices. Por su ominoso silencio o por su pecaminosa colaboración para tapar aquellos crímenes.
¿Quiénes son, donde están los curiales, los altos curiales que le ocultaron a Juan Pablo II las impías fechorías de Maciel, el "ejemplo de la juventud"?
Tras leer el testimonio del padre Félix Alarcón, me pregunto también por la labor de los "comisarios" de la Legión. Tanto Ricardo Blázquez, en España, como, sobre todo, el cardenal de Paolis. ¿Cómo es posible que nadie haya llamado a declarar a un sacerdote como Félix Alarcón? ¿Qué investigación se hizo? ¿A quién se preguntó? ¿A quién se consultó? El Padre Alarcón lleva años viviendo en Madrid, donde mucha gente le conoce, le quiere y le estima. ¿Por qué nadie pensó en él? Hacen falta explicaciones claras y contundentes a éstas y a otras muchas preguntas.
Algo sigue oliendo a podrido en la Legión y en sus aledaños. ¡Ojalá el Papa Francisco tome buena nota y ponga en marcha la necesaria catarsis que le Legión necesita en profundidad! O refundación en toda regla o, mejor todavía, pura y simple su disolución.
José Manuel Vidal