El "efecto Francisco" en España
En efecto, durante los últimos años y hasta ahora, la Iglesia como institución venía ocupando los últimos lugares en el ranking de la confianza social, al lado de los políticos. En el último barómetro, sin embargo, la Iglesia española abandonó el furgón de cola y se situó en la franja media, inmediatamente después de la Monarquía, que ha perdido varios enteros en estima social.
Pero la Iglesia española dejó por debajo a otras muchas instituciones: al Consejo General del Poder Judiciail, al Tribunal Constitucional, a los Gobiernos autonómicos, a los Parlamentos autonómicos, a las Organizaciones empresariales, al Parlamento de la nación, a los sindicatos, al Gobierno de la nación y a los partidos políticos.
Se nota, pues, el cambio de aires en Roma, que contagia a la opinión pública española con la buena imagen de una Iglesia samaritana, centrada en los pobres, volcada con los últimos. Una Iglesia que, en España, todavía tiene que perder su halo de institución privilegiada y partidista.
A lo largo de nuestra historia reciente, las épocas en las que la Iglesia católica gozó de mayor consideración y estima popular fue con el cardenal Tarancón. Porque el entonce slíder de la jerarquía optó por sacar a la institución de la lucha partidista y colocarla como autoridad moral.
Primero Suquía y, después, Rouco, rompieron esa dinámica y se decantaron por una Iglesia alineada con la derecha, exigente, doctrinaria...Y eso le hizo perder influencia social, credibilidad y autoridad moral.
Llegan los últimos coletazos de la era Rouco en España. Eso,unido al contagio papal, hace que la institución recobre el camino de la estima popular. Una Iglesia con olor a pueblo.
José Manuel Vidal