Los frutos (abundantes) de la visita papal a la frontera de Asia

"¿Aguantará?", se preguntaban con preocupación en el Vaticano antes del viaje más largo y complicado del Papa Francisco a Asia, la última frontera del catolicismo. Y no sólo aguantó misas, encuentros, abrazos, riadas de gente, humedad, calor tropical, lluvia y hasta un tifón, sino que, además, regresa a Roma con un cesto cargado de frutos. Un balance triunfal para el Lolo Kiko (el abuelo Kiko), como lo bautizaron en Filipinas.

1.Consagración definitiva como autoridad moral planetaria

En un continente como el asiático que no mira a Roma ni al catolicismo, dominado como está por grandes religiones ancestrales, como el hinduismo, el budismo o el taoísmo, y por un Islam en rápida expansión. Con un catolicismo creciente, pero siempre minoritario, excepto en Filipinas, el segundo país, después de Brasil, con más católicos del mundo. Una isla en medio de un mar de otras religiones. Aquí, el Vaticano apenas contaba. Hasta que llegó el Papa Francisco, el primer Papa global, convertido, por la fuerza de los hechos y de los medios, en la máxima autoridad moral planetaria.

2. Estratega de la seducción

Con Francisco en Roma, la estrategia general de la Iglesia no es la de imponer sus tesis ni apabullar con su poder e influencia. Ni siquiera por sus obras de caridad. Ahora, la vía es la seducción: conquistar por atracción, por el encanto, la cercanía y la sencillez. Francisco toca el corazón de las masas con su enorme capacidad empática y sin diluirse en ellas. Personalizando su misericordia y su compasión en rostros de personas concretas: los pescadores de Tacloban, la niña abusada, los niños de la calle... La persona siempre en el centro y siempre por encima de la masa.

3. Engancha, porque es auténtico


En su vida pública y privada no hay trampa ni cartón. Ni postureo. Llega y conecta, porque la gente percibe su autenticidad, su normalidad sin afectación, su sencillez innata, su cálida compasión que le sale del alma. Predica y da trigo. Es un testigo vivo de los grandes valores humanos y, por supuesto, evangélicos. Es un ejemplo de vida. Y la gente lo percibe como tal y comienza a exigir a sus políticos que si no son tan santos como el Papa, que al menos, sean o intenten ser igual de auténticos.

4. Defensor de los empobrecidos


Papa de los pobres, le llamaban en Sri Lanka. Los pobres y los empobrecidos saben o huelen que en Francisco tienen un defensor. Un defensor desinteresado y a fondo perdido. Quizás el único gran personaje internacional que siempre y en todas circunstancias defiende su causa. Sin esconderse ante los grandes del mundo. Sabiendo que se expone a sus iras. Y a un eventual martirio. Y los pobres y empobrecidos se miran en él.

5. Querido y respetado

Los católicos de a pié le adoran. Desde su llegada pueden levantar la cabeza. Se sienten orgullosos. Presumen de Papa. Los de las demás religiones le respetan y hasta creen en él y en su capacidad de liderazgo. Querido por los de dentro y por los de fuera. Respetado incluso por sus enemigos, que también los tiene, tanto dentro como fuera. Nadie le niega su valía personal y todos reconocen que, en pocos meses, ha reflotado una institución que parecía irremediablemente hundida para siempre. El Papa del milagro.

6. Prueba superada, munición contra los "resistentes"

Su segundo viaje a Asia era una prueba, sobre todo física para Francisco. Algunos, en Roma, comienzan a alimentar la sombra de la duda sobre su supuesta debilidad física. Y, en este duro viaje, no sólo aguantó, sino que se mostró fresco como una rosa, incluso en medio del tifón. Su aguante es munición contra los resistentes, aquellos que, en el seno de la Curia y del alto clero, comienzan a pronunciarse abierta y claramente contra él y contra sus reformas. Este viaje les tapa, una vez más, la boca y les deja sin argumentos. La primavera ha venido para quedarse.

7.Paradigma del cambio

En medio de la quiebra del sistema, Francisco se convierte en "roca", en referencia mundial para los líderes y, sobre todo, para la gente. Si una institución atrasada y mastodóntica como la Iglesia consiguió renacer de sus cenizas y poner en marcha una auténtica primavera en menos de dos años, ¿por qué no podrían hacerlo las demás instituciones globales, desde el sistema político, al financiero o al propio sistema democrático? Bergoglio demuestra que es posible, que podemos.

8. El eco del "puñetazo"

Nunca una frase sobre un eventual "puñetazo" del Papa a alguien que ofendiese la memoria de su madre tuvo tanto eco. Debate y polémica en los medios de todo el mundo. Con interpretaciones interesadas y aviesas. Francisco no sólo condena la violencia en nombre de Dios como una aberración, sino que hace autocrítica y reconoce que la propia Iglesia la utilizó masivamente en las guerras de religión y en las cruzadas. Condena total de la violencia religiosa, defensa de la libertad de expresión, pero también de la libertad religiosa. Porque las creencias, para los creyentes, son tan sagradas como la memoria de una madre. Y, por eso, no se puede mentar en vano, no se puede ensuciar. La sacralidad íntima de un ser querido como paradigma de los límites de la libertad de expresión.

9. Dos ejemplos prácticos de nueva evangelización

Un Papa pastor, que pone en práctica lo que predica y, en su viaje, trató de demostrar en la praxis en qué consiste eso de salir a las periferias. En Sri Lanka,una demostración de evangelización hacia afuera, en un país con una presencia muy minoritaria del cristianismo. Con un diálogo interreligioso real, que pasa por conocer, visitar y, querer, a las otras confesiones. De ahí, su visita al templo budista y su encuentro con los líderes de todas las confesiones. Al mismo nivel, porque en el amor no hay niveles. En Filipinas, demostración de reevangelización de un país mayoritariamente católico. Con una Iglesia pobre, austera y samaritana. Con una Iglesia hospital de campaña, volcada y centrada en los más pobres. "No hay evangelio sin los pobres en el corazón", dijo en frase lapidaria. Con una Iglesia que se moja y que se encarna entre los empobrecidos de Tacloban, la tierra asolada por el tifón Haiyan. Y, por supuesto, con una Iglesia misionera y siempre en salida, en camino.

10. Los 'foreign workers' de Dios

Filipinas es el motor de la evangelización de este continente único con dos tercios de la humanidad en él y donde el Espíritu de Jesús se encarna de un modo único y totalmente imprevisible. "Es la hora de Asia", decían los obispos hace ya algún tiempo. La fe cristiana se ha inculturado en Filipinas y ha producido un talante y una alegría de ser cristiano-católico singulares. Ser gente de Dios, encontrar la alegría en hablar a Jesús y de Jesús y sentirse hijo querido de Mamá Maria es ser filipino o viceversa. Un enorme potencial evangelizador. Más, si se tienen en cuenta que unos nueve millones de trabajadores filipinos se encuentran ahora mismo en Beijing, Japón, Corea, Tailandia, Indonesia, Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Vietnam, Hong Kong...Además de ser una pieza fundamental de la economía filipina, estos "foreing workers" se están revelando como el medio de evangelización más efectivo que uno se pueda imaginar. Milicias filipinas que siembran a Dios por todo el Asia.

11. La teología de las lágrimas

El objetivo primordial de la visita del Papa era ver, palpar, sentir, animar y consolar a los afectados por el tifón Yolanda. Y allí se fue con otro tifón pisándole los talones. Sin miedo, con rachas de vientos de más de cien kilómetros, con su chubasquero amarillo (como todos los demás), Francisco lloró y compartió el dolor de las víctimas y de los supervivientes. Y, ante su sufrimiento, le faltaron las palabras. "No sé qué decir", musitó. Y, después, ya en Manila, volvió a llorar, al escuchar el relato de Gizelle, una niña abusada. "¡Si vos no aprendés a llorar, no sos un buen cristiano!, porque si no lloramos con las injusticias no aprendemos a combatirlas", logró decir Francisco, conmovido en su corazón de Lolo Kiko (abuelo Kiko).

12...Y un récord

Entre seis y siete millones de fieles en la misa del Rizal Park. Superando, con creces, la de Juan Pablo II. Y bajo la lluvia. Lo nunca visto. Lo jamás logrado en la historia de los Papas o de cualquier otro personaje. Es la fuerza del Papa-imán. Es la magia de un sueño convertido en Papa. Es la mano del Espíritu que sobre él se ha posado.

José Manuel Vidal
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