Un campo en el que en el
Vaticano reina una gran confusión es el de la información, y las dudas en la información sobre el sínodo lo ha confirmado. Para resolver los problemas de la comunicación, Juan Pablo II pidió la ayuda de
Joaquín Navarro Valls, nombrado director de la sala de prensa de la Santa Sede. Pero con el nuevo Papa, Navarro no está en tanta sintonía.Y peor van las cosas con el secretario de Estado, del que depende formalmente.
A finales de agosto, Navarro y el cardenal
Angelo Sodano manifestaron en público una discrepancia, atribuyéndose recíprocamente la culpa de una declaración que había creado serios problemas entre la Santa Sede e Israel.
L´Osservatore Romano también está fuera de control. Más que representar la línea oficial de la Santa Sede, refleja los humores de su director, Mario Agnes, y de sus influyentes amigos de la curia, sobre todo el
cardenal Sepe.
Radio Vaticana es otro mundo autónomo, confiada a los jesuitas y de un talante relativamente progresista. En cuanto al Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, presidido por el arzobispo norteamericano
John P. Foley, su tarea es fomentar el espíritu cristiano en los media. Pero cuenta poco y se limita a gestionar las retransmisiones televisivas y la filmoteca. Muchos esperan que Benedicto XVI ponga orden en esta confusión. Sandro Magister (L'Expresso).