¡Que dimita José María Calderón o que le cesen ya! Los misioneros no se merecen esto

Tamara Falcó
Tamara Falcó

"¿Cómo es posible que a Tamara Falcó, la reina del cristianismo happy y blandengue, la hayan convertido en la abanderada de los misioneros?"

"¿Para qué se quiere un pregón que no pregona a través de los altavoces mediáticos? Todo un esperpento, que tuvo que reconocer (en su fuero interno) el propio José María Calderón, para cerrar el acto a cal y canto para la prensa"

"Como profesionales, nos negamos a admitir que la Iglesia católica actúe en sus eventos como las estrellas políticas y mediáticas. Y se comunique a través del plasma y con fotos y versiones mediatizadas"

"¿Cómo puede seguir dirigiendo José Maria Calderon la institución que aglutina a los misioneros españoles en el mundo? ¿Nadie le va a pedir responsabilidades? ¿Qué hace el obispo responsable de misiones en la Conferencie episcopal, monseñor Pérez, todavía arzobispo también de Pamplona?"

¡Vergüenza cósmica! La marquesa de Griñón, Tamara Falcó, pregonera del Domund. ¿Cómo es posible que a la reina del cristianismo happy y blandengue la hayan convertido en la abanderada de los misioneros? Una marquesa, que estuvo cinco días de visita turística en Mozambique, alardeando de su amor a las misiones.

Y no se le cae la cara de vergüenza. Ni a ella ni al director de Obras Misionales Pontificias (OMP), José María Calderón. No sólo no se avergüenzan, sino que presumen y justifican la hazaña misionera de la marquesita. Aunque, como dice el refrán latino, “excusatio non petita...”

Y si el personaje elegido no pega ni con cola como pregonera de las misiones por sus formas, su estilo de vida, su frivolidad y su catolicismo de rosario y peregrinaciones (¡bendito rosario y benditas peregrinaciones cuando se hacen con fervor rociado de compromiso!), el pregón mismo de la susodicha es de traca. Y tan superficial como su pregonera.

Tamara Falcó
Tamara Falcó

Vean, por ejemplo, cómo define a los “misioneros”, el objeto de su pregón: “Los misioneros… me imagino todos sabemos quiénes son los misioneros. Es gente buenísima, que abandona a sus familias -no las abandona, las deja-, pero que se va a sitios recónditos para ayudar, para llevar la Palabra”.

Eso sí, nadie (o casi nadie) pudo asistir al célebre pregón. Porque se cerraron las puertas a los medios de comunicación, incluidas las televisiones. Ni siquiera los fotógrafos tuvieron acceso. ¿Para qué se quiere un pregón que no pregona a través de los altavoces mediáticos? Todo un esperpento, que tuvo que reconocer (en su fuero interno) el propio José María Calderón, para cerrar el acto a cal y canto para la prensa.

Y es que el cura, director de las OMP, cayó en la cuenta de que su pregonera acababa de romper sus relaciones con su novio y se había convertido en las últimas semanas en la comidilla de la prensa del corazón, a la que alimenta constantemente. Y temió que le reventasen el pregón de los misioneros, preguntándole por sus amoríos. Y el pregón no pregonó por los medios por miedo a montar un show mediático con los amores y desamores de la marquesa.

Tamara Falcó
Tamara Falcó

Como católicos, un fiasco esperpéntico. Como profesionales, nos negamos a admitir que la Iglesia católica actúe en sus eventos como las estrellas políticas y mediáticas. Y se comunique a través del plasma y con fotos y versiones mediatizadas. ¿También nosotros tenemos que escondernos y reírnos de la debida transparencia?

¿Si no presumimos de los misioneros/as, de qué vamos a hacerlo, en una institución en horas bajas, acuciada por el descrédito de la plaga de los abusos sexuales del clero? Los misioneros españoles (en torno a los 10.000 todavía), esparcidos por todos los infiernos del mundo, llevando el consuelo de la fe y la alegría de la misericordia y de las bienaventuranzas, son, junto a Cáritas, las dos joyas de la corona de la institución eclesial.

Pues va un director inepto y quiere arruinar a las OMP. Y lo más grave no es que se haya equivocado, sino que no se responsabilice de su error. ¿Cómo? Presentando ipso facto su dimisión del cargo. ¿Cómo puede seguir dirigiendo José Maria Calderon la institución que aglutina a los misioneros españoles en el mundo? ¿Nadie le va a pedir responsabilidades? ¿Qué hace el obispo responsable de misiones en la Conferencie episcopal, monseñor Pérez, todavía arzobispo también de Pamplona?

Calderón y Tamara
Calderón y Tamara

La Iglesia clerical nunca pide cuentas, porque los errores casi siempre los comete la 'casta' de funcionarios que la rige. Y nadie tira piedras contra su propio tejado. ¿Y dónde queda, entonces, la Iglesia sinodal, hacia la que, según el Papa Francisco, queremos caminar? Ante el 'santo pueblo de Dios', José María Calderón debe hacer examen de conciencia, pedir humildemente perdón, mostrarse públicamente arrepentido por el daño cometido y cumplir la penitencia de marcharse a su casa y dejar la presidencia de las OMP a alguien que valore, estime y sintonice más y mejor con los misioneros. Y debe hacerlo ya. Y si no lo hace, monseñor Pérez, debería llamarle a capítulo y exigirle que presente su renuncia automática al cargo.

Como Calderón no dimitirá ni monseñor Pérez le pedirá la dimisión, el santo pueblo de Dios tendrá que seguir soñando y suspirando por la tan traída y llevada sinodalidad, secuestrada en manos de la casta clerical. Eso sí, los misioneros seguirán evangelizando, pero la verdad es que no se merecen esto. Siempre habrá quien diga que no es para tanto...Con golpes como éstos, la imagen de la Iglesia y su credibilidad social se hunden sin remedio.

Calderón
Calderón

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