15 muertos y la CEE, callada
¿Por qué, entonces, los medios siguen repitiendo y la opinión pública sigue pensando que la Iglesia no ha hablado ni denunciado el tema? Porque, en este país se identifica (para lo bueno y para lo malo) a la Conferencia episcopal con la Iglesia y, especialmente, con la Iglesia jerárquica. Desconocer esta ley mediática es incurrir, una y otra vez, en silencios descalificadores y poner en bandeja fáciles acusaciones.
Sobre todo, viniendo de donde venimos. Porque venimos de una etapa anterior, en la que el portavoz de los obispos se convirtió en la voz de la Iglesia católica española. A tiempo y a destiempo. Consciente de ese mecanismo mediático, Camino salía al quite de cualquier polémica en rueda de prensa o por medio de comunicados de la oficina de información de la CEE. Eso sí, comunicados publicados siempre para defender temas doctrinales (aborto, gays, religión en la escuela...). Nunca, para denunciar políticas discriminatorias o antisociales del Gobierno de turno. Y, mucho menos, para defender la vida ya nacida de los emigrantes que se la juegan y la pierden (como en este caso) en la playa de Ceuta.
Este mecanismo mediático lo conoce también (y quizás mejor que nadie, no en vano es periodista) el nuevo portavoz del episcopado, José maría Gil Tamayo. Por eso, espero que mañana (en la rueda de prensa prevista para dar cuenta de los resultados del IRPF) aborde el tema y denuncie claramente la situación. O que saque hoy un comunicado de la oficina de Información. O que pida una nota urgente al Comité Ejecutivo de la CEE.
Mientras no hable la CEE, la opinión pública y publicada creerán que la Iglesia sigue en silencio. Y su silencio es ominoso, culpable, indigno. Y, además, no casa con las palabras claras y contundentes del Papa Francisco contra la "cultura del descarte" y la "globalización de la indiferencia", con las que denunció in situ (en Lampedusa) el drama de la inmigración.
Nuestras Lampedusas son Ceuta y Melilla. Y la CEE está obligada a decir aquí lo que el papa dijo allí. Le duela a quien le duela.
José Manuel Vidal