Una púrpura para Casaldáliga
Porque Casaldáliga sabe que la revolución tranquila de Francisco solo será posible desde la opción preferencial (que no exclusiva ni excluyente) por los pobres. Y sabe que, en eso y en otras muchas cosas, coincide con el nuevo Papa. Y sabe que, para que la nueva dinámica eclesial sea creíble, necesita plasmarse en gestos concretos y personales.
Casaldáliga sabe que, por encima de sus equivocaciones, la inmensa mayoría de los Teólogos de la Liberación son hombres del Reino y de Iglesia. Entregados a la causa, que lo dieron todo y que hicieron un enorme bien a la propia institución. Un bien que no se les reconoció suficientemente. Ni a Sobrino ni a Boff ni a Gutiérrez ni a Juan Luis Segundo...Ni a tantos y tantos otros.
Ha llegado la hora de su rehabilitación. De la rehabilitación de los que, por opción y por vocación, siempre han vivido en las fronteras, en las periferias existenciales, intelectuales y teológicas.
La rehabilitación concreta de los grandes teólogos de la Liberación sería un resarcimiento por tanto dolor causado por las altas esferas vaticanas, un reconocimiento de sus vidas y de sus obras y un claro signo de que en Francisco está dispuesto a abrir las puertas de la Iglesia, al igual que Juan XXIII abrió sus ventanas.
Casaldáliga no pide nada para él, que es el poeta de la Liberación. Aunque tampoco lo tuvo fácil con las más altas instancias jerárquicas. Aunque no lo pida, creo que, como icono de la profecía, merece también un reconocimiento eclesiástico. ¿Por qué no nombrarlo cardenal? No sé si aceptaría. Quizás siga pensando que el colego cardenalicio actual es demasiado principesco y debería desaparecer. Pero el Papa podria sustituirlo por un colegio cardenalicio de profetas, de testigos, de hombres y mujeres santos. Que los hay y muchos.
¡Qué bonito sería un colegio cardenalicio formado por por hombres y mujeres de todo el mundo, elegidos por el Pueblo de Dios, por ser iconos vivientes y testigos creíbles del Evangelio! En un colego cardenalicio así, no creo que Casaldáliga se negase a participar.
Papa Francisco, ya sé que todo el mundo le está atosigando con sus peticiones. Y que hay que dejarlo respirar...YO, antes que otras muchas cosas, me atrevería a pedirle: ¡Una púrpura para Casaldáliga! ¡La púrpura del testigo creíble del Evangelio! Y seguro que, a mi petición, se suman miles, cientos de miles, millones de personas en todo el mundo.
José Manuel Vidal