El sacramento olvidado
Porque está claro que la confesión tiene una importante fución que cumplir. Tanto la confesión estrictamente dicha, administrada con absoluta misericordia y no con reproches ni malas caras, como el acompañamiento espiritual y humano. Algo que los curas han abandonado también. Precisamente en una época en la que la gente quiere y necesita hablar. Necesita que alguien escuche sus penas y alegrías. Necesita orientación, discernimiento, ánimo, apoyo, criterios, ayuda...
Mi amigo Antonio Aradillas cuenta la siguiente anécdota:
Un sacerdote se encuentra con un amigo psicólogo y le pregunta:
-¿Qué tal te va?
-Muy bien, sobre todo desde que vosotros os retirásteis de los confesonarios.
-¿Y eso?
-Porque no lo hacíais tan mal como pensábamos, no cobrábais y, encima, lo hacíais en nombre de Dios.
José Manuel Vidal