Nunca es tarde
De casos como éstos, la Iglesia católica debería extraer varias consecuencias:
1/ Que en la sociedad de la información, la rapidez es de ley. En una dinámica en la que lo que pasa por la mañana ya se ha quedado viejo por la tarde, esperar varios días para reconocer humildemente un error atenta contra el prestigio y la imagen de la institución.
2/ Que los curas tienen que cuidar mucho lo que dicen, cuando lo dicen y cómo lo dicen. Desahogos en las homilías, pocos. Y menos, durante las primeras comuniones, cuando está asegurada la presencia de decenas de cámaras que lo recogen todo y lo pueden publicar inmediatamente.
3/ Que no valen excusas ante los errores de bulto. Y si se cometen, hay que rectificar de inmediato.
4/ Que los comunicados de los obispos en casos como éstos tienen que ser rápidos, claros, tajantes y contundentes.
5/ Que el obispo tiene que mandar a su cura que rectifique y no se justifique. Y que lo haga cuanto antes.
6/ Que no haya que esperar a que al obispo lo llamen de Añastro y de la Nunciatura para sacar un comunicado. ¿No tienen equipos de comunicación y portavoces? Utilícenlos y háganles caso que, seguramente, les aconsejarán lo que mediáticamente es obvio y sabe cualquier profesional del sector.
7/ Y que, en las predicaciones, tiene que reinar la ternura y la misericordia siempre. Como pide el Papa. ´La 'Evangelii Gaudium' debería ser de obligada lectura para los curas. Al menos, la parte (amplia) donde aborda el tema de las homilías. Un buen manual de predicación, que deberían seguir al pie de la letra.
José Manuel Vidal