Habemus Papam, una película

Los cardenales del mundo entero se reúnen en cónclave en el Vaticano. Deben elegir al nuevo sumo pontífice y, es sabido, ninguna información puede filtrarse. Fuera esperan miles de católicos fervientes de saludar a su nuevo guía.


Pero cuando el nuevo Papa (Michel Piccoli) es elegido, el pobre sufre un ataque de pánico ante semejante responsabilidad. Desconcertados ante el suceso, el cardenal principal del concilio recurrirá a un psicoanalista, ateo, (el propio director del film, Nanni Moretti), para que, en pocos minutos, resuelva todos los problemas del pobre hombre superado por la responsabilidad. Después de mil peripecias deambulando en nuevo papa por Roma, termina el film anunciando al mundo que no vale para este cargo y dimite.

Es una película demasiado cómica para el tremendo problema que ofrece. La considero crítica porque se ven los cardenales en toda su humanidad, llenos de taras y defectos, preocupados por el poder. Veo en el director la intención de censurar la hipocresía vaticana, el secretismo que todo lo domina. Eso sí, al menos aparecen los personajes de Iglesia con fe. Se entrevé entre los cardenales su poca vida espiritual. En un partido de balonmano (por cierto demasiado largo) aparecen los monseñores retratados en su ansia de poder, de interés por dominar.

Veo en cada detalle del film un afán de crítica sana: el mismo papa se define ante la psicoanalista como actor. Ayuda el film a desmitificar a los jerarcas eclesiales, disfrazados con sus atuendo rojos de pies a cabeza. Los cardenales aparecen como personas con sentimientos, eso es muy bueno, y con sus dudas. Muy interesante la desazón del nuevo pontífice, que llega a dominarlo y a anularlo del todo, casi raya en la demencia su pánico. Otro factor desmitificador de las altas jerarquías.
Aparece la nula intimidad del papa, puesto que en todo ha de ser acompañado por sus cardenales y personal; pero él huye, no se resigna. El director, en forma cómica, se ensaña con ternura con el alto clero.
Por cierto, tiene la elegancia Manni Moretti de no mencionar las modernas lacras de pederastia y abusos de poder tipo Maciel.
Pienso que merece la pena ver la cinta con apertura crítica y desmitificadora. Para mí, aunque no dure mucho más de hora y media, me resulta pesada, sobre todo por el partido cardenalicio de balonmano y el excesivo deambular del Papa por Roma y sus entresijos.


José María Lorenzo Amelibia
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