Si Jesús ha venido a salvarnos, hemos de ayudarle…

Ayudar a Jesús... Aleteia

A nuestros queridos obispos, cardenales, Iglesia docente: Con la confianza que me da ser una parte de la Iglesia, cristiano convencido, católico, sacerdote, aunque en situación de reserva, me dirijo a vosotros, Obispos, Cardenales y Papa. Todos sois hombres, como yo, miembros de la Iglesia, como yo, aunque vuestra función es distinta, pero sabéis que nosotros, los católicos, según lo habéis afirmado en el Vaticano II y en Catecismo de la Iglesia Católica, hemos de exponer nuestras consideraciones. Aquí va una que me parece de suma importancia.

Jesucristo vino a salvarnos, a ofrecernos esa salvación en la que los católicos cada vez confiamos más, con gran fe y esperanza. Y es signo de nuestra época el profundizar en ella. Pero aquí viene la cuestión: el Derecho Canónico tiene cantidad enorme de leyes, mandatos, preceptos. Los canonistas suelen hablar de obligaciones graves, muy graves o simplemente obligaciones. En los tiempos que estudié el Derecho se hablaba de que el no cumplir las obligaciones importantes era considerado como pecado mortal.

Ahora bien, el pecado mortal supone la pérdida de la gracia de Dios, y si uno no se confiesa con dolor y propósito, o hace el dolor de perfecta contrición con deseo de confesarse, se va al infierno.

Y aquí bien la cuestión: Jesús vino a salvarnos. Y ¿es que los cristianos lo vamos a tener más difícil que los paganos o pertenecientes a otras religiones naturales o positivas?

En otras ocasiones hemos pedido que cambie el Derecho Canónico; que nada obligue bajo pecado mortal a no ser que sea pecado por el mismo Decálogo. Y que nunca se cometan dos pecados mortales por la misma acción, como puede ocurrir al quebrantar el voto de castidad. Hablar más de la misericordia de Dios. Jamás imponer cargas por encima de la ley natural o divina. Y no paso a detalles que superarían la corta dimensión de un breve artículo.

Dan ustedes muchas normas, sugerencias… piden incluso perdón de mal obrar de tiempos pretéritos por parte de anteriores dirigentes eclesiales. Esto está muy bien. Pero, por favor, tengan en cuenta estas sugerencias actuales y no las dejen para sus posteriores sucesores, que ya tendrán lo suyo. Y lo que aquí pregunto me parece que urge solución. Pienso que se han pasado en cuestiones de Derecho Canónico.

Creo en la Iglesia Una, Santa, Católica, Apostólica. Soy miembro de ella.

 José María Lorenzo Amelibia

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