Más de cincuenta años sin readmitir a los sacerdotes secularizados... y somos sacerdotes LXXXIV  PREPARANDO LA CUNA de nuestra hija

  La vida de un cristiano, sacerdote, padre y abuelo

 Testimonio humano - espiritual de un sacerdote casado.

Autobiografía.

LXXXIV  PREPARANDO LA CUNA de nuestra hija

cuna

Cuna con dosel

MUCHO tenía que madrugar Angelines en días alternos para impartir sus clases en Legazpia. Más penoso resultaba todavía en las crudas mañanas invernales en un tren sin calefacción. Ella necesitaba también realizarse fuera del hogar. Por otra parte comenzábamos casi de cero. Dábamos clases particulares para redondear un poco nuestro sueldo.

En alguna ocasión en que yo disfrutaba de fiesta, la acompañé al pueblo; después de clase, comíamos juntos. Los dos disfrutábamos en esas jornadas con gran alegría.

Eran simpáticas las monjas del colegio, mas a pesar de las sonrisas, resultaban poco hospitalarias: no eran capaces de ofrecerle un desayuno caliente, viendo que llegaba aterida y sin posibilidad de templar su estómago en la cafetería, cerrada a esas horas matinales.

Recibimos visitas que mucho agradecí: Francisco Morentin nos ayudó con su presencia y buenos consejos; Goyo con sus partidas de ajedrez; Ana Mari, nuestra maestra de Loroño; Mª Luz y Mari, Sara la cartera con su hijo, y algunos otros del pueblo. Simpática en extremo la venida de don Francisco Ancín con dos monaguillos de la parroquia de Arrubial. Coincidía que este sacerdote conoció a Angelines siendo niña.

Al fin nuestro matrimonio llegó a la plenitud. Mi esposa se encontraba en estado de buena esperanza. Al principio nos parecía imposible. Mi instinto paternal todavía no se había desarrollado. Al avanzar el período de gestación penaba yo: - ¿Puedo querer tanto al niño que nazca como a mi sobrino Ignacio? Me parecía cosa extraña ser padre.

Con mimo Angelines confeccionaba alguna diminuta prenda de vestir y hacían lo mismo mi madre y la tía. Los últimos meses adquirimos todos los vestiditos y aderezos de los bebés. Al finalizar el plazo de espera compramos la cuna. Me gustaba: de acero inoxidable, limpia, amplia, con un dosel regio. Esta sería la atalaya desde donde nuestra futura hija vería por primera vez el mundo. Todas las noches dirigía yo la gimnasia de mi esposa a fin de que el parto resultara más llevadero. Desde el momento en que nos dimos cuenta de la gravidez, acompañaba a Angelines al tren para que no le fuera tan duro el madrugón. Procuraba extremar mis atenciones en aquellas circunstancias, aunque mi torpeza de hombre solterón durante tantos años no llegaría a satisfacer a la mujer amada, unida para siempre a mi vida. ¡Pobres! Ellas llevan la peor parte en el matrimonio.

Lenta la preparación de nueve meses para acoger un nuevo ser; sabiamente dispuesto por Dios este tiempo. Necesario no sólo para la gestación, sino también para la preparación sicológica de los padres. Un hombre no nace padre; poco a poco se va haciendo. No se puede imponer a un novel esposo que ame a su hijo antes de nacer como lo querrá dos años más tarde. La paternidad lleva al principio como un acto de fe. El contacto con el hijo: palparlo, acariciarle, ayudarle, besarlo, consigue hacer brotar el instinto maravilloso que Dios ha puesto en el alma del varón. La chispa pequeña enterrada en mi corazón, esa chispa de paternidad, comenzó a brillar un poco en el momento en que advertí que mi esposa iba a ser madre. Juntos íbamos a Misa y pedíamos al Señor que todo resultara bien. En ocasiones nos helaba el temor: ¿y si nace sin algún miembro? - ¿No le afectará el vaivén del tranvía? - ¿Harán mella en este nuevo ser los disgustos? Algunas veces estos pensamientos quitaban paz a nuestra alma.

Llegó la Semana Santa y aprovechamos para dar media vuelta a España: Madrid, Toledo, Sevilla, Cádiz, Algeciras, Mérida, Cáceres, Salamanca... Cuántos kilómetros iba a andar esta criatura antes de ver la luz del sol. Nos habíamos propuesto ver toda España en unas pocas giras. No iba a resultar demasiado difícil. Más tarde profundizaríamos en las regiones que más nos gustaran. Los domingos por la tarde marchábamos los dos a algún bar rústico a tomar un pequeña merienda que nos distrajera del ambiente ordinario.

En el verano continuamos nuestras excursiones. En esta época nos interesamos más por la zona centro y norte. La vida normal de las vacaciones consistía en marchar al embalse de Villarreal a disfrutar del agua, la sombra y el paisaje sedante del lago. Descubrimos un rincón en el que casi siempre nos encontrábamos solos: unos árboles, césped, manzanilla abundante... una yegua y algunas vacas nos visitaban a menudo. Durante varios años este lugar ha sido nuestro único espacio de veraneo local. Aun ahora no dejamos de visitarlo. Mientras Angelines laboraba la "tela de Penélope", le iba leyendo libros de profundidad espiritual como "La vida interior" de Tissot o "El breviario apologético" de Fernando Lipúzcoa. Aparte de lo que nos podían servir en sí, nos compenetrábamos en nuestra unión común.

Comenzaba setiembre. Nuestra última excursión, Sangüesa. Notábamos allí que pujaba el bebé por salir, pero no llegó su hora. Mi antiguo profesor, don Vicente Villabriga nos enseñó la maravillosa portada de Santa María. Su talante fue abierto. Sentía cierto pudor de que la gente supiera mi cualidad de sacerdote dispensado. Pero ¿por qué había de avergonzarme? Incluso llegué a poner en mis tarjetas: Profesor de EGB y titulado en Teología.

Solicité en el concurso de traslados Mondragón. Y de allí otra vez a San Ignacio. - El caso que sois cinco y disponemos solo de cuatro plazas. ¡Otra vez Eguíluz con sus intrigas! menos mal que uno de los cinco no quiso volver.

Publico en pequeñas entregas la verdadera historia de mi vida de cristiano, sacerdote, padre y abuelo. Por razones obvias son supuestos los nombres geográficos de mis lugares de adulto. A muchos puede interesar.

José María Lorenzo Amelibia                                         Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com              Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/  Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia.3 Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

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