Laicos, laicas, seglares, fieles, cristianos… quitar de una vez el vocablo “laicos”

Crítica constructiva

Laicos, laicas, seglares, fieles, cristianos… quitar de una vez el vocablo “laicos”

laicismo

El laicismo (Infocatólica)

            A lo largo del posconcilio se ha ido introduciendo sobre todo entre la jerarquía de la Iglesia en lengua española la palabra “laico”, para designar a los cristianos de a pie que no son clérigos. Pero ya han comenzado bastantes obispos y sacerdotes a quitar esta denominación. Anteriormente todo el mundo utilizaba la palabra “seglar”. Después del Vaticano II les parecía a muchos que estaba mejor traducido del latín “laicus” el vocablo que conviene ir abandonando.

            ¿Por qué no se debe utilizar la palabra “laico” en lengua española? Ante todo: es cierto  que significa “persona que no tiene órdenes clericales”, pero también lleva otra acepción: “persona independiente de cualquier organización o confesión religiosa”. Es un vocablo polisémico. Por otra parte, el laicismo siempre en la mentalidad popular lleva un significado negativo: no solo de independencia a la religión, sino también de rechazo de la misma.

            Y hay más: hiere la sensibilidad cristiana el hecho de marcar distancias, diferencias entre la clerecía y  el resto de los cristianos. Y esto es muy digno de tenerse en cuenta. Debiera desaparecer radicalmente el marcar distancias, el creerse casta distinta el obispo del resto de las personas. Hoy  en la sociedad ya no se ve por la calle gente con uniforme. Incluso en el vestido ordinario ni siquiera hay distinción entre ricos y pobres. Dentro de los cristianos da la impresión de que cada vez se hace valer los grados y diferencias.

Gusta a todos los cristianos el trato del obispo con la gente de tú a tú; sin los parapetos de la mitra y el báculo. Y es que todavía quedan en el pueblo resabios ancestrales;gustan muchos de acercarse al varón religioso, revestido de sus atuendos simbólicos - verdaderos disfraces de hechicero en expresión de un amigo – porque les parece aproximarse a lo mágico y encantador, a un ser divino distinto de los humanos.

El agarrarse a todos estos signos externos supone inmadurez, deseo de distinguirse. Resulta poco evangélico. Comprendo que, por ejemplo, respecto a la mitra y el báculo se podía mantener su significado colocándolos en un lugar mientras la consagración episcopal. Y después, igual que el cetro y la corona en los reyes, un mero símbolo o recuerdo.

   Es verdad que en otros estamentos el poderoso abusa mucho más de su rango que nuestros obispos, pero también es normal esto en quien obra sin fe o al margen de ella. Muchos de estos prepotentes ni siquiera creen en Dios, en cambio nuestros obispos son los pregoneros principales del Evangelio. Algo tiene que cambiar. Ellos mismos lo entienden y desean ser mejores.

Por si fuera poco, el grupo de curas arribistas y aduladores de los obispos que procuran hacerle corte, le alientan y halagan para que viva en una aureola de poder y dignidad; para que se aficione a la mitra y al báculo, que estarían muy bien, encerrados en un armario, hasta  que llegara la toma de posesión del sucesor… ¡Pero es tan impresionante verse coronado, y con la testa engrandecida, con el bastón de mando bien apoyado, y en gesto de seguridad…!

Pero no son los obispos tan solo quienes utilizan el vocablo “laicos”, también muchos curas en sus homilías y escrito lo usan. Que piense el clérigo que cuanto más use esta palabreja mayor distancia le separa de sus hermanos en la fe. Es verdad que la gente se está acostumbrando a ello, pero también son muchos que no se acercan a reuniones y grupos donde el sacerdote lleva siempre la voz cantante, tiene la última palabra en la que se define a la perfección la palabra “laicos”.

¿Cómo mostrar un mayor acercamiento? Lo mejor: que cuando se refiera a todos, al pueblo fiel, diga el clérigo: “nosotros los cristianos”. Y si es preciso especificar y concretar, utilizar las palabras: “fieles”, seglares”, “cristianos de a pie”, “hermanos”… ir desterrando de una vez “los laicos”.

Y… que nuestros hermanos los obispos vayan  abandonando y dejando como símbolo para el día de la ordenación la mitra y el báculo… Pero, claro, sobre todo no digáis al pobre cura que se pone altivo: “No hagas que pose en ti mi báculo…” ¡Que no, señor obispo, que hace tiempo que no está permitido dar baculazos…!

José María Lorenzo Amelibia

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