SAN BONIFACIO, OBISPO de Maguncia Y MÁRTIR

Apóstol de Alemania
* Kirton (Inglaterra) + Dokkun (Alemania) Memoria, 5 de junio


San Bonifacio, obispo de Maguncia, y mártir, llamado con razón el apóstol de Alemania, fue inglés, y tuvo por nombre Winfrido. Nació por los años de 680, en el pequeño pueblo de Kirton, condado de Devohire, y sus padres, que eran muy piadosos, le criaron con el mayor cuidado en el santo temor de Dios


Llegaron á predicar en Kirton unos misioneros evangélicos, qué se hospedaron en casa de su padre, y el niño Winfrido se aprovechó admirablemente de esta ocasión que le ofrecía la Divina Providencia. Oyóles decir que para ser santo era menester negarse á si mismo y seguir á Jesucristo, que la vida religiosa era el camino más seguro para salvarse, y que el mundo era un mar tempestuoso, lleno de es¬collos y de peligros.

Apenas se retiraron los misioneros, cuando Winfrido pidió licen¬cia á su padre para entrar en un monasterio. Sorprendióle mucho la proposición; y, como amaba á Winfrido más que á los otros hijos, se opuso á su intento, y le mandó que no dejase la casa de sus pa¬dres. Obedeció el santo niño, pero Dios tomó á su cargo el cumpli¬miento de su vocación. Envió una grave enfermedad á su padre, y, persuadido éste de que era justo castigo por su resistencia á la pia¬dosa resolución de su hijo, se decidió que uno de sus parientes le lle¬vase á presentar en el monasterio de Encantraste.

Concluidas las pruebas del noviciado, y habiéndose observado en él grandes talentos para las ciencias, se tuvo por conveniente en¬viarle al monasterio de Nuscella. Allí encontró un excelente direc¬tor para la virtud y un hábil maestro para las ciencias en la perso¬na del abad Wimberto. Pero mucho más que en los estudios científicos, aunque sagrados, se le veía progresar en la carrera de la santidad pues era notorio a todos cuantos le trataban los progresos que hacía en toda la gama de virtudes y exigencias que lleva consigo una auténtica vida religiosa y monacal.

Siendo ya uno de los más santos y más sabios hombres de su siglo, le encargaron que enseñase la gramá¬tica, la poesía, la retórica, la historia y la filosofía á los monjes, á quienes explicó también la Sagrada Escritura en los sentidos lite¬ral, moral y místi¬co. Por su mérito sobresaliente, y por su no menos singu¬lar virtud, fue juz¬gado digno de ser promovido al sacer¬docio; y, ordenado de presbítero á los treinta años de su edad, comenzó á trabajar en la sal¬vación de las almas. La Divina Providencia le manifestó a toda Inglaterra cuando menos se pensaba. Rresolvió mudar de país, yendo á trabajar en la conversión de los gentiles á tierras donde no fuese conocido. Al principio se opusieron á este intentó su abad y los demás monjes; pero después le dieron dos reli¬giosos para que le acompañasen en todos sus viajes.


José María Lorenzo Amelibia
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