Sacerdote, somos un ser consagrado a Dios

Espiritualidad

Sacerdote, somos un ser consagrado a Dios

sacer1

Llegas a ser por el sacerdocio (somos los dos), mediante la imposición de las manos y la unción sagrada, un ser consagrado por Dios; mediador entre Dios y los hombres; muy amado del Señor; llamado a hacer brillar en el mundo el fuego de la gracia divina. Cristo nos hizo partícipes de su grandeza y de su poder. Sólo exigía nuestra fidelidad para entregarse del todo a nosotros. Yo no he sabido ser fiel al Señor, aunque buen deseo siempre lo he tenido. Tú has sido más fiel en tu entrega total. Te felicito. Pero vamos a continuar cada uno desde nuestro puesto viviendo nuestro sacerdocio más a tope. Vamos a darnos cuenta: Cristo nos quiere ante todo para que estemos con El; y después para enviarnos a predicar. Las dos cosas deben ir unidas. Si vivimos a tope lo de estar con El, nuestra vida de predicación, testimonio, entrega al prójimo van a ir selladas con esa unción y convicción. Ellas calarán a la larga y abrirán las almas a la trascendencia.

Yo siempre quiero mirar en el sacerdote al hombre de Dios. Al que lleva en su boca y en su corazón y en sus manos al mismo Dios. Ojalá nos miremos a nosotros mismos con la misma veneración y fe que en los días de nuestra ordenación. Da pena cuando observamos en muchos sacerdotes cómo se va perdiendo en ellos el sentido de Dios. Desde el momento que esta institución clerical comporta una serie de prerrogativas y una superioridad sobre el pueblo sencillo, la gente de su dependencia se enfría. Así vemos hoy cómo las masas están perdiendo la fe. La causa última creo será ésta: los ministros del Altar han abandonado el sentido de Dios, el hambre de Dios. Nosotros vamos a llenarnos de fervor, vamos a acudir continuamente al Señor para que inunde nuestros corazones y seamos mejor instrumento de su amor.

Los buenos deseos promueven nuestra vida interior. Vamos a desear amar más a Dios. La oración más ferviente ha de ser la dirigida a obtener un sentido de Dios cada vez más profundo y auténtico. Dios nos va comunicando su vida y nos hace percibir su amor. Los momentos de silencio interior garantizan penetrar en El.

Mi vida cristiana debe ser de fervor. Para algo he tenido una formación esmerada. Mi existencia ha sido una gracia continua del Señor. Después el sacerdocio. Algo que permanece en mi vida lo mismo que el ser cristiano. Más cerca de Cristo sacerdote, más cerca de El en la Eucaristía, más cerca al perdonar los pecados. Aunque tan sólo hubiese celebrado una misa y hubiese perdonado los pecados a un solo hombre, debiera estar siempre dando gracias a Dios por ello.

Adelantar en la perfección ha de ser en mí como una tendencia instintiva. Me abisma pensar cómo va pasando la vida y qué lejos todavía de las metas. ¡Cuántos retrocesos, cuántas dudas, cuánto cálculo en lo que debiera ser pura entrega generosa!

No sé si tú pensarás lo mismo. Ojalá puedas dar gracias a Dios porque es eterna su misericordia.

José María Lorenzo Amelibia  

Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com  

Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/       

Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia.                                           Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

Volver arriba