Asociación de Sacerdotes Casados de España (ASCE) Vicente Ferrer, un fuera de serie

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Testimonio

Vicente Ferrer, un fuera de serie

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 (El Mundo)

La biografía de Vicente Ferrer me llega al alma. Un sacerdote jesuita secularizado y consumido por una llama interior de hacer el bien, de dar fuerza y calidad de vida al pueblo indio. Hombre de la talla de Teresa de Calcuta y diría que mayor aún, puesto que este hombre ha gastado su vida no en curar enfermos, sino en buscar vencer la pobreza, ayudándoles a ellos mismos a superarse. 

En febrero de 1952  llegó a Bombay. Pronto se dio cuenta de su vocación: allí no estaba para oír, ver y callar. Vio la pobreza reinante y esto le impactó hasta los huesos. Empezó construyendo – incluso hacía de albañil – un hospital y un colegio. Barruntó entonces por dónde iba a orientar su vida. Antes de hablar de Dios – se decía – he de cubrir estas primeras necesidades vitales.

Pero sus métodos comenzaron a no gustar a los superiores de la Compañía de Jesús ni a las autoridades civiles. Los religiosos por su parte quisieron reconducirlo: que dé clases, que predique, que… pero el padre Vicente no tenía corazón para dejar morir en la miseria a aquellas personas a las que amaba desde el primer momento. ¡Y le obligaron a emigrar!

Al  fin se quedó en una de las zonas más pobres de la India. En resumen, no fue comprendido por los superiores de la Compañía de Jesús. Él debió de sentirse frustrado en este aspecto. De nada se quejó. Lo suyo era amar, hacer algo para que aquella gente pudiera vivir. 

En 1969 conoció a una mujer joven: Anna Perry, periodista inglesa, veintidós años más joven que él. Y se casaron.  Él siempre confiaba en Dios; jamás lo alejó de su memoria, y continuaba "sin otra luz y guía que la que en el corazón ardía”.

A lo largo de estos años se han construido, mediante su acción y dirección, 39000 viviendas; 230 embalses entre grandes y pequeños; un centro de terminales de sida; un centro de planificación familiar; 14 clínicas rurales; 1696 escuelas con 158000 alumnos de primaria y secundaria; centros abundantes para gente discapacitada; 70000 mujeres se unen para participar en cualquier aspecto de la vida; se conceden micro créditos para poder comenzar pequeños negocios. Nunca será canonizado, pero esperamos verlo muy alto en el Cielo: “Tuve hambre y me distéis de comer…”

José María Lorenzo Amelibia   Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com

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