Algunos enfermos amantes de la Eucaristía
Enfermos y Debilidad
| José María Lorenzo Amelibia
Algunos enfermos amantes de la Eucaristía
(Amazon.es)
Me lo contaron hace ya mucho tiempo. Un protestante argumentaba así a un amigo sacerdote católico: “Si yo creyera que Jesús está realmente presente en el Sagrario, no habría fuerza humana capaz de separarme de Él.”
A nosotros estas palabras nos llegan al corazón. ¡Señor, Señor, y yo que digo “creo firmemente”, he sido capaz a veces de pasar delante de una iglesia abierta y no entrar a saludarte! Pero esto ha ido cambiando en el curso de mi existencia. El ejemplo de personas enamoradas de la Eucaristía me subyuga; me arrastra hacia el divino tabernáculo.
Santa Micaela llamaba a Jesús encerrado en el sagrario, “mi quitapesares”, “mi pasión dominante”. No se movía de los pies de su Maestro, hasta quedar del todo convencida de que le había escuchado. Y muchas veces pienso en el mundo de los enfermos. Si ellos supieran lo grato que es para todos, pero aún más para un anciano o enfermo tener un amigo incondicional, que siempre espera, que nunca nos hace traición…
El padre Nieto había puesto “planas” sus rodillas de tantas horas que permaneció junto al Altar de Jesús Sacramentado. En los días de asueto, ¡su gran fiesta era estar con el Señor ocho o más horas seguidas! Y el padre Nieto mantuvo su amor a Jesús siempre, pero me impresiona más en su última enfermedad cuando acudía al Señor y le decía: “Cuando quieras, puedes llamarme, si quieres, hazlo esta misma noche”.
San Alfonso M ª de Ligorio a veces golpeaba con los nudillos de sus dedos la puerta del tabernáculo para “importunar” a Jesús que tardaba en escucharle.
Don Manuel González ha pasado a la Historia con el sobrenombre del Obispo del Sagrario Abandonado. El sólo suscitó en toda España y parte de América con su ejemplo, palabra y libros el ansia de Eucaristía. Y abrió las puertas de las iglesias, que en nuestra juventud encontramos estaban de par en par. ¡La gente había de practicar la adoración junto a los Sagrarios - Calvario! Él consiguió para los enfermos que se pudiera celebrar en su casa la Eucaristía. Y hoy día se puede incluso llevar todos los días la comunión a quien está en cama a causa de la enfermedad o la debilidad suma. Los mismos seglares, en circunstancias determinadas, están autorizados a hacerlo.
Quisiera que cada persona que sufre el dolor de minusvalía o la enfermedad duradera fuera un enamorado del Jesús en la Eucaristía; un ejemplo para que cuantos son tibios y flojos en su relación con Jesús Hostia.
¡Señor, dadnos el fuego de tu fe! Queremos ser santos eucarísticos.
José María Lorenzo Amelibia
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