Hemos de evangelizar en católico

(Bibliatodo)

            Hace unos años me tocó vivir una experiencia chocante: Unos sacerdotes "celosos" se habían apuntado a dar clases de formación religiosa en un colegio suburbano. Sus temas todos consistían en explicar a los muchachos las diversas religiones que podían seguir en su vida: mahometismo, budismo, sintoísmo... El cristianismo no lo ofrecían, porque, según ellos, estaba suficientemente expuesto. Y, si lo pedían ex profeso, por supuesto gozosos lo explicarían.

            Nuestros buenos sacerdotes pasaron todo el curso explicando las dichosas religiones no cristianas. Algo tan absurdo como si un representante de tejidos fuera mostrando el género de quien le hace la competencia. A estos casos habíamos llegado en materia ecuménico­ misionera.

            De sentido común es la afirmación de la "Redemmptoris missio", pero muchos parecían ignorarlo: "Aunque la Iglesia reconoce con gusto cuanto hay de verdadero y de santo en las tradiciones religiosas del budismo, del hinduismo y del islam, sigue en pie su deber y determinación de proclamar sin titubeos a Jesucristo, que es el camino, la verdad y la vida." (1)

            Tiene que cesar el invierno misionero, padecido durante el último cuarto de siglo. Es hora ya de volver a las fuentes. Lanzarnos todos los cristianos "con la misma valentía que movió a los misioneros del pasado y la misma disponibilidad para escuchar la voz del espíritu". (1)

            Abrigamos la firme esperanza de que se va a frenar ahora tanto liberalismo absurdo que ha dominado a muchos clérigos. Ha sido más por el afán de parecer "actualizados" que por propia convicción o mala voluntad.

            Muchos enviados a tierras de misión huían de cuanto pudiera parecer proselitismo. No querían ser identificados con los fautores de sectas en desprestigio. Les ha parecido a muchos que era suficiente ayudar a los hombres a ser más fieles a su propia religión o a sus convicciones agnósticas. Habían olvidado que "toda persona tiene derecho a escuchar la Buena Nueva de Dios que se revela en Cristo".

            Los Apóstoles a todos invitaban a cambiar de vida, a convertirse, y Jesucristo exhortaba al arrepentimiento, a la fe, al Reino de Dios. (3)

            Nos hemos metido a redentores de los males físicos y sociales. Bueno es construir un mundo mejor. Mas no es propio de la Iglesia dar soluciones al problema del subdesarrollo en cuanto tal, sino que da su primera contribución para solucionar el problema del desarrollo, cuando proclama la verdad sobre Cristo, sobre sí misma y sobre el hombre. (4)

            Por otra parte, el amor y la caridad siempre han servido como testimonio de nuestra fe, y no los liderazgos del poder económico y social.

            El nuevo impulso misionero no lo buscaremos yendo a favor de las corrientes modernas. Tampoco yendo en contra, que hay mucho aprovechable. Lo conseguiremos con el retorno a lo religioso, con la vida interior.

            Después de una hora de oración bien hecha, sale uno templado en su espíritu, con ganas de hacer algo pro Cristo. Y si multiplica sus horas de oración, aumentaría con otros amigos orantes las grandes empresas misioneras que han caracterizado la Historia de nuestra Iglesia.

José María Lorenzo Amelibia 

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