Benedicto XVI: persona honrada y sabio humilde

Ayer contemplé a Benedicto XVI como persona honrada. Hoy, al leer las palabras con las que anunciaba su renuncia, añado dos rasgos más en su personalidad: es un sabio humilde y prudente. Con una personalidad muy cercana a Pablo VI por la cerebrodeontotonía, con la bondad forzada de Juan XXIII, (la visceroagapetonía) pero la menor fortaleza de Juan Pablo II (la somatoprasotonía).
Muchos temían su nombramiento por la fama del cargo que había desempeñado. Personalmente me convenció con sus primeros gestos y discursos: tenemos un Papa sabio y humilde. Si en el artículo anterior resaltaba su honradez, hoy añado la humildad de un teólogo sabio. Buena prueba de su honradez y humildad la encontramos en las palabras, en su discurso anunciando la renuncia.

Rasgos de la persona humilde y prudente
Me permito repasar las palabras del Pontífice, anunciando su renuncia, polarizadas en la humildad y en la prudencia.
La persona humilde y prudente se manifiesta en
Ser consciente de los actor propios: “Os he convocado a este Consistorio para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia”.
Reflexionar humana y cristianamente:” Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia”,
Reconocer los límites personales: “he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”.
Ser responsable: “Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando”.
Atender a las circunstancias: “Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio”,
Aplicar el contexto histórico a la situación personal deficiente: “es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí”
Aceptar las consecuencias contrarias al “ego” del pasado: ”de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado.
Responder con paz y libertad: “Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad”,
Manifestar con claridad una decisión importantísima: “declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, 8-desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro”,
Preveer el futuro: “quedará vacante (la sede de Roma) y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice”.
Manifestar la gratitud a los colaboradores: “Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio”,
Expresar su arrepentimiento: “y pido perdón por todos mis defectos”.
Confiar en el futuro sin su presencia: “Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice.
Y seguir dispuesto a colaborar en otro ministerio “aparentemente” inferior: “Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria.

El futuro del anciano Ratzinger. Se afirma con frecuencia que un problema de “los mayores” de edad—radica en no encontrar un sentido a su vida, el considerarse poco útiles. No será el problema de Benedicto XVI por varias razones:
-voluntariamente ha elegido “otra” manera de servir eficazmente a la Iglesia,
-encontrará descanso al tener más tiempo para la oración;
-con silencio y con una buena biblioteca seguirá con su gran vocación de escribir e iluminar al mundo entero.
-con un piano, paseos y la compañía de su hermano, seguirá gozando como artista.
-al no tener la responsabilidad y el horario tan exigente de Papa, será una persona psicológicamente “feliz” al encontrar el estilo de vida anhelado.
Claro está que tendrá que superar los remordimientos propios de una conciencia delicada al creer que no lo dio todo.
Y sufrirá las molestias de cuantos le importunen….menos sus antiguos alumnos con los que tendrá gozosas reuniones.



"Ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino"
"He de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado"
Personalidad muy cercana a Pablo VI por la cerebrodeontotonía, con la bondad forzada de Juan XXIII, (la visceroagapetonía) y la menor fortaleza de Juan Pablo II (la somatoprasotonía).
Temía su nombramiento de un Papa “duro” por la fama y el cargo que había desempeñado pero su actitud y discursos primeros me vencieron: tenemos un Papa sabio y humilde. Si en el artículo anterior resaltaba su honradez hoy añado la humildad de un teólogo sabio. Buena prueba de su honradez y humildad la encontramos en las palabras, en su discurso anunciando la renuncia.
Volver arriba